Índice del sitio web (42 artículos de estudios bíblicos)
« No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio”
(Juan 5:28,29)

La Biblia enseña la restauración del paraíso terrestre, perdido por Adán y Eva. La profecía de Isaías (11, 35, 65), Ezequiel (40-48) y los Salmos (especialmente el 37) indican la restauración del Paraíso terrestre reconquistado. El último libro de la Biblia, Apocalipsis describe la restauración del paraíso: “Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”” (Revelación 21:3,4). En el mismo libro se indica que al final de los 1000 años, habrá santos, adoradores de Jehová en la Tierra: “Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo, y los devoró » (Revelación 20 :9). El texto indica que los santos terrestres estarán protegidos del último ataque de Satanás, siendo él mismo destruido, al final de los mil años.
Por lo tanto, no hay duda de que la Biblia enseña que la mayoría de los humanos muertos resucitarán en un paraíso terrestre. Solo 144,000 humanos, redimidos de la tierra resucitarán en el cielo: “Y vi, y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre” (Revelación 7:1-8; 14:1-5).
“Y habrá muchos de los que están dormidos en el suelo de polvo que despertarán, estos a vida de duración indefinida y aquellos a oprobios [y] a aborrecimiento de duración indefinida” (Daniel 12:2).
« Tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 24:15).
Además, las personas fieles, que murieron antes del tiempo de Cristo y los apóstoles, no estaban en el cielo: « Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre » (Juan 3:13). Este texto es claro « ningún hombre ha ido al cielo ». Incluso después de la muerte y la resurrección de Cristo, y su ascensión al cielo, esto es lo que el Apóstol Pedro dijo sobre el Rey David: “Varones, hermanos, es permisible hablarles con franqueza de expresión respecto al cabeza de familia David, que falleció y también fue sepultado, y su tumba está entre nosotros hasta este día” (Hechos 2:29). Este texto muestra claramente que el Rey David, una persona fiel, no estaba resucitado en el momento de los Apóstoles. Durante el ministerio terrestre de Cristo (en las resurrecciones que hizo), todos los muertos fueron resucitados en un cuerpo humano. La resurrección más espectacular es la de Lázaro (Juan 11). El siguiente estudio bíblico se centrará en la profecía de Ezequiel 40-48, sobre la administración terrestre de esta resurrección durante el reinado de 1,000 años de Cristo. Esta profecía revela información muy alentadora.
Las resurrecciones hechas por Jesucristo
para fortalecer nuestra fe en la esperanza
Jesucristo resucita al hijo de una viuda: « Poco después de esto viajó a una ciudad llamada Naín, y sus discípulos y una gran muchedumbre viajaban con él. Al acercarse él a la puerta de la ciudad, pues ¡mira!, sacaban a un muerto, el hijo unigénito de su madre. Además, ella era viuda. También estaba con ella una muchedumbre bastante numerosa de la ciudad. Y cuando el Señor alcanzó a verla, se enterneció por ella, y le dijo: “Deja de llorar”. En seguida se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron, y él dijo: “Joven, yo te digo: ¡Levántate!”. Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar, y él lo dio a su madre. Entonces el temor se apoderó de todos, y se pusieron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha sido levantado entre nosotros”, y: “Dios ha dirigido su atención a su pueblo”. Y estas noticias respecto a él se extendieron por toda Judea y por toda la comarca » (Lucas 7:11-17).
Jesucristo resucita a la hija de Jairo: « Mientras él todavía estaba hablando, vino cierto representante del presidente de la sinagoga, y dijo: “Ha muerto tu hija; no molestes ya al maestro”. Al oír esto, Jesús le contestó: “No temas, solo muestra fe, y ella será salva”. Cuando llegó a la casa, no dejó que nadie entrara con él sino Pedro y Juan y Santiago y el padre y la madre de la muchacha. Pero toda la gente estaba llorando y golpeándose en desconsuelo por ella. De modo que él dijo: “Dejen de llorar, porque no murió, sino que duerme”. Ante esto, empezaron a reírse de él desdeñosamente, porque sabían que ella había muerto. Mas él la tomó de la mano y llamó, diciendo: “Muchacha, ¡levántate!”. Y el espíritu de ella volvió, y ella se levantó al instante, y él ordenó que se le diera algo de comer. 5Pues bien, sus padres quedaron fuera de sí; pero él les dio instrucciones de que no dijeran a nadie lo que había acontecido » (Lucas 8:49-56).
Jesucristo resucita a su amigo Lázaro, que ha estado muerto durante cuatro días: « Jesús, de hecho, aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él. Por lo tanto, los judíos que estaban con ella en la casa, y que la confortaban, al ver que María se levantó pronto y salió, la siguieron, pensando que iba a la tumba conmemorativa para llorar allí. Así que María, cuando llegó a donde Jesús estaba y alcanzó a verlo, cayó a sus pies, y le dijo: “Señor, si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Jesús, pues, cuando la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando, gimió en el espíritu y se perturbó; y dijo: “¿Dónde lo han puesto?”. Ellos le dijeron: “Señor, ven y ve”. Jesús cedió a las lágrimas. Por eso los judíos empezaron a decir: “Mira, ¡cuánto cariño le tenía!”. Pero algunos de ellos dijeron: “¿No pudiera este [hombre], que abrió los ojos al ciego, haber impedido que este muriera?”. Así que Jesús, después de gemir otra vez en sí mismo, vino a la tumba conmemorativa. Era, de hecho, una cueva, y había una piedra recostada contra ella. Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del fallecido, le dijo: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días”. Jesús le dijo: “¿No te dije que si creías habrías de ver la gloria de Dios?”. Por lo tanto, quitaron la piedra. Entonces Jesús alzó los ojos hacia el cielo y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has oído. Cierto, yo sabía que siempre me oyes; pero a causa de la muchedumbre que está de pie en derredor hablé, a fin de que crean que tú me has enviado”. Y cuando hubo dicho estas cosas, clamó con fuerte voz: “¡Lázaro, sal!”. El [hombre] que había estado muerto salió con los pies y las manos atados con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño. Jesús les dijo: “Desátenlo y déjenlo ir” » (Juan 11:30-44).
Los relatos de la resurrección de Cristo
para fortalecer nuestra fe en la esperanza
– Jesucristo resucitado aparece a las mujeres que vinieron muy temprano por la mañana del domingo 16 de Nisán:
« Después del sábado, cuando esclarecía el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. Y, ¡atención!, había ocurrido un gran terremoto; porque el ángel de Jehová había descendido del cielo, y se había acercado, y había hecho rodar la piedra, y estaba sentado sobre ella. Su apariencia exterior era como el relámpago; y su ropa, blanca como la nieve. Sí, por temor a él los guardias temblaron y quedaron como muertos. Pero el ángel, tomando la palabra, dijo a las mujeres: “No teman, porque sé que buscan a Jesús, que fue fijado en un madero. No está aquí, porque ha sido levantado, como dijo. Vengan, vean el lugar donde yacía. Y vayan de prisa y digan a sus discípulos que él ha sido levantado de entre los muertos, y, ¡miren!, va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán. ¡Miren! Se lo he dicho”. De modo que ellas, yéndose de prisa de la tumba conmemorativa, con temor y gran gozo, corrieron a informarlo a sus discípulos. Y, ¡mire!, Jesús se encontró con ellas y dijo: “¡Buenos días!”. Ellas se acercaron y lo asieron de los pies y le rindieron homenaje. Entonces Jesús les dijo: “¡No teman! Vayan, informen a mis hermanos, para que se vayan a Galilea; y allí me verán” » (Mateo 28:1-10).
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– Las mujeres anuncian las buenas nuevas de la resurrección de Jesucristo a los apóstoles que no las creen:
« El primer día de la semana, sin embargo, fueron muy de mañana a la tumba, llevando las especias que habían preparado. Pero hallaron removida la piedra de la tumba conmemorativa, y cuando entraron no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban perplejas sobre esto, ¡mira!, se pusieron junto a ellas dos varones en ropa fulgurante. Como ellas se atemorizaron y tenían los rostros inclinados hacia el suelo, los hombres les dijeron: “¿Por qué buscan al Vivo entre los muertos? [No está aquí, sino que ha sido levantado.] Recuerden cómo les habló mientras todavía estaba en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de hombres pecadores y ser fijado en un madero y, sin embargo, levantarse al tercer día”. De modo que ellas se acordaron de sus dichos, y regresaron de la tumba conmemorativa e informaron todas estas cosas a los once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, y Juana, y María la madre de Santiago. También, las demás mujeres que estaban con ellas decían estas cosas a los apóstoles. Sin embargo, a ellos estos dichos les parecieron como tonterías, y no quisieron creer a las mujeres » (Lucas 24:1-11).
– Pedro y Juan corren a la tumba para verificar el relato de las mujeres:
« El primer día de la semana, María Magdalena vino a la tumba conmemorativa temprano, mientras todavía había oscuridad, y contempló la piedra ya quitada de la tumba conmemorativa. De modo que corrió y vino a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien le tenía cariño Jesús, y les dijo: “Han quitado al Señor de la tumba conmemorativa, y no sabemos dónde lo han puesto”. Entonces Pedro y el otro discípulo salieron y se dirigieron hacia la tumba conmemorativa. Sí, los dos juntos echaron a correr; pero el otro discípulo corrió delante de Pedro, más aprisa, y llegó primero a la tumba conmemorativa. Y, agachándose, contempló las vendas echadas, sin embargo, no entró. Entonces llegó también Simón Pedro, que le seguía, y entró en la tumba conmemorativa. Y vio las vendas echadas, también el paño que había estado sobre la cabeza de él, no echado con las vendas, sino aparte, arrollado en un lugar. En aquel momento, pues, el otro discípulo que había llegado primero a la tumba conmemorativa también entró, y vio y creyó. Porque todavía no discernían la escritura de que él tenía que levantarse de entre los muertos. De modo que los discípulos se volvieron a casa » (Juan 20:1-10).
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– María la Magdalena se encuentra con Jesucristo resucitado, que no reconoce y lo toma por el jardinero:
« María, sin embargo, se quedó de pie fuera, junto a la tumba conmemorativa, llorando. Entonces, mientras lloraba, se agachó para mirar dentro de la tumba conmemorativa y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabeza y uno a los pies donde había yacido el cuerpo de Jesús. Y le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”. Les dijo: “Han quitado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto”. Después de decir estas cosas, ella se volvió atrás y vio a Jesús de pie, pero no discernió que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, imaginándose que era el hortelano, le dijo: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo quitaré”. Jesús le dijo: “¡María!”. Al volverse, le dijo ella en hebreo: “¡Rabboni!” (que significa: “¡Maestro!”). Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes’”. María Magdalena fue y llevó las nuevas a los discípulos: “¡He visto al Señor!”, y que él le había dicho estas cosas » (Juan 20:11-18).
– Los dos discípulos hablando con Jesucristo resucitado, sin saberlo, en el camino a Emaús:
« Pero, ¡mira!, aquel mismo día dos de ellos iban caminando a una aldea que dista unos once kilómetros de Jerusalén, Emaús por nombre, y estaban conversando el uno con el otro de todas estas cosas que habían sucedido. Ahora bien, mientras iban conversando y hablando, Jesús mismo se acercó y se puso a andar con ellos; pero se impidió que los ojos de ellos lo reconocieran. Él les dijo: “¿Qué asuntos son estos que consideran entre ustedes mientras van andando?”. Y ellos se detuvieron con rostros tristes. En respuesta, el que tenía por nombre Cleopas le dijo: “¿Moras tú solo como forastero en Jerusalén y por eso no sabes las cosas que han ocurrido en ella en estos días?”. Y él les dijo: “¿Qué cosas?”. Ellos le dijeron: “Las cosas respecto a Jesús el Nazareno, que vino a ser profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo lo entregaron nuestros sacerdotes principales y gobernantes a sentencia de muerte y lo fijaron en un madero. Pero nosotros esperábamos que este fuera el que estaba destinado a librar a Israel; sí, y además de todas estas cosas, este es ya el tercer día desde que han ocurrido estas cosas. Por otra parte, ciertas mujeres de entre nosotros también nos han pasmado, porque muy de mañana habían estado en la tumba conmemorativa, pero no hallaron el cuerpo de él, y vinieron diciendo que también habían visto una vista sobrenatural de ángeles, los cuales dijeron que él está vivo. Además de eso, algunos de los que estaban con nosotros se fueron a la tumba conmemorativa; y hallaron que así era, exactamente como las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron”. De modo que él les dijo: “¡Oh insensatos y lentos de corazón para creer en todas las cosas que hablaron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo sufriera estas cosas y entrara en su gloria?”. Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas les interpretó cosas referentes a él en todas las Escrituras. Por fin se acercaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Pero ellos fueron muy insistentes con él, y dijeron: “Quédate con nosotros, porque casi anochece y el día ya ha declinado”. Ante aquello, él entró a quedarse con ellos. Y estando reclinado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y empezó a dárselo. Con esto, a ellos se les abrieron los ojos completamente y lo reconocieron; y él desapareció de ante ellos. Y ellos se dijeron el uno al otro: “¿No nos ardía el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos estaba abriendo por completo las Escrituras?”. Y en aquella misma hora se levantaron y volvieron a Jerusalén, y hallaron congregados a los once y a los que estaban con ellos, que decían: “¡Es un hecho que el Señor ha sido levantado y se ha aparecido a Simón!”. Entonces ellos mismos contaron lo que había sucedido en el camino, y cómo se les dio a conocer en el acto de partir el pan » (Lucas 24:13-35).
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– Jesucristo resucitado se presenta a sus discípulos:
« Mientras estaban hablando de estas cosas, él mismo se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “Tengan paz”. Pero porque estaban aterrados, y se habían atemorizado, se imaginaban que contemplaban un espíritu. Por eso les dijo: “¿Por qué están perturbados, y por qué se suscitan dudas en su corazón? Vean mis manos y mis pies, que soy yo mismo; pálpenme y vean, porque un espíritu no tiene carne y huesos así como contemplan que yo tengo”. Y al decir esto les mostró las manos y los pies. Pero mientras todavía no creían de puro gozo, y seguían admirados, les dijo: “¿Tienen ahí algo de comer?”. Y le dieron un pedazo de pescado asado; y lo tomó y lo comió delante de los ojos de ellos. En seguida les dijo: “Estas son mis palabras que les hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí tenían que cumplirse”. Entonces les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras, y les dijo: “De esta manera está escrito que el Cristo sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día, y sobre la base de su nombre se predicaría arrepentimiento para perdón de pecados en todas las naciones… comenzando desde Jerusalén, ustedes han de ser testigos de estas cosas. Y, ¡miren!, envío sobre ustedes lo que está prometido por mi Padre. Ustedes, sin embargo, permanezcan en la ciudad hasta que lleguen a estar revestidos de poder desde lo alto” » (Lucas 24:36-49).
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– Jesucristo resucitado aparece al apóstol Tomás que no creyó a los otros discípulos, informándole que lo habían visto en un momento en que no estaba presente:
« Entonces, cuando se hizo tarde aquel día, el primero de la semana, y, aunque las puertas donde estaban los discípulos estaban aseguradas con cerradura por temor a los judíos, Jesús vino y estuvo de pie en medio de ellos, y les dijo: “Tengan paz”. Y después de decir esto, les mostró las manos y también el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús, por eso, les dijo otra vez: “Tengan paz. Así como el Padre me ha enviado, yo también los envío”. Y después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban espíritu santo. Si ustedes perdonan los pecados de cualesquiera personas, les quedan perdonados; si retienen los de cualesquiera personas, quedan retenidos”. Pero Tomás, uno de los doce, que se llamaba El Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Por consiguiente, los otros discípulos le decían: “¡Hemos visto al Señor!”. Pero él les dijo: “A menos que vea en sus manos la impresión de los clavos y meta mi dedo en la impresión de los clavos y meta mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”. Ahora bien, ocho días después, sus discípulos estaban dentro otra vez, y Tomás con ellos. Jesús vino, aunque las puertas estaban aseguradas con cerradura, y estuvo de pie en medio de ellos y dijo: “Tengan paz”. Dijo entonces a Tomás: “Pon tu dedo aquí, y ve mis manos, y toma tu mano y métela en mi costado, y deja de ser incrédulo, y hazte creyente”. En contestación, Tomás le dijo: “¡Mi Señor y mi Dios!”. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Felices son los que no ven y sin embargo creen”. Por supuesto, Jesús también ejecutó muchas otras señales delante de los discípulos, que no están escritas en este rollo. Pero estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre » (Juan 20:19-31).
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– Jesucristo resucitado aparece en la playa del mar de Tiberiades, es reconocido por sus discípulos mediante una pesca milagrosa. Luego anima al apóstol Pedro a pastorear a las ovejas espirituales:
« Después de estas cosas Jesús se manifestó otra vez a los discípulos junto al mar de Tiberíades; pero hizo la manifestación de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, que se llamaba El Gemelo, y Natanael de Caná de Galilea y los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le dijeron: “Vamos también nosotros contigo”. Salieron y subieron a la barca, mas durante aquella noche no pescaron nada. Sin embargo, justamente cuando estaba amaneciendo, Jesús estuvo de pie en la playa, pero los discípulos, por supuesto, no discernieron que era Jesús. Entonces Jesús les dijo: “Niñitos, no tienen nada de comer, ¿verdad?”. Le contestaron: “¡No!”. Él les dijo: “Echen la red al lado derecho de la barca, y hallarán”. Entonces la echaron, pero ya no podían sacarla a causa de la multitud de peces. Por lo tanto, aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Entonces Simón Pedro, al oír que era el Señor, se ciñó su prenda de vestir de encima, porque estaba desnudo, y se lanzó al mar. Pero los otros discípulos vinieron en la barquilla, pues no estaban lejos de tierra, solamente a unos noventa metros de ella, arrastrando la red de peces. Sin embargo, cuando salieron de la barca a tierra, contemplaron un fuego de carbón puesto allí, y pescado puesto encima, y pan. Jesús les dijo: “Traigan de los peces que acaban de pescar”. Simón Pedro, por lo tanto, subió a bordo, y sacó a tierra la red llena de peces grandes, ciento cincuenta y tres. Pero aunque había tantos, la red no se reventó. Jesús les dijo: “Vengan, desayúnense”. Ni uno de los discípulos tuvo el ánimo de inquirir de él: “Tú, ¿quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó y tomó el pan y se lo dio, y así mismo el pescado. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de haber sido levantado de entre los muertos. Pues bien, cuando se hubieron desayunado, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Le dijo: “Apacienta mis corderos”. De nuevo le dijo, por segunda vez: “Simón hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Le dijo: “Pastorea mis ovejitas”. Le dijo por tercera vez: “Simón hijo de Juan, ¿me tienes cariño?”. Pedro se contristó de que por tercera vez le dijera: “¿Me tienes cariño?”. De modo que le dijo: “Señor, tú sabes todas las cosas; tú bien sabes que te tengo cariño”. Le dijo Jesús: “Apacienta mis ovejitas. Muy verdaderamente te digo: Cuando eras más joven, tú mismo te ceñías y andabas por donde querías. Pero cuando envejezcas extenderás las manos y otro te ceñirá y te cargará a donde no desees”. Esto lo dijo para significar con qué clase de muerte glorificaría a Dios. Entonces, cuando hubo dicho esto, le dijo: “Continúa siguiéndome”. Volviéndose, Pedro vio al discípulo a quien Jesús amaba, que venía siguiendo, el que en la cena también se había recostado sobre su pecho y dicho: “Señor, ¿quién es el que te traiciona?”. Por eso, cuando alcanzó a verlo, Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¿qué [hará] este?”. Jesús le dijo: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso? Tú continúa siguiéndome”. Por consiguiente, entre los hermanos salió este dicho: que aquel discípulo no moriría. Sin embargo, Jesús no le dijo que no moriría, sino: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?”. Este es el discípulo que da testimonio acerca de estas cosas y que escribió estas cosas, y sabemos que el testimonio que él da es verdadero. Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran » (Juan 21:1-25).
Jesucristo nos enseña sobre la esperanza de la vida eterna y la resurrección
“Yo soy la resurrección y la vida”
(Juan 11:25)
Jesucristo se identificó a sí mismo como la fuente de la resurrección, poco antes de la de su amigo Lázaro, que había estado muerto durante cuatro días (Juan 11). Su enseñanza sobre la resurrección nos da una comprensión completa del tema.

La resurrección es una re-creación o un renacimiento
« Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel » (Mateo 19:28).
El período de « re-creación » es el momento de la resurrección terrestre que comenzará poco después de la gran tribulación, mencionada en la profecía de Daniel capítulo 12:1 y 2: « Y durante aquel tiempo se pondrá de pie Miguel, el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo. Y ciertamente ocurrirá un tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación hasta aquel tiempo. Y durante aquel tiempo tu pueblo escapará, todo el que se halle escrito en el libro. Y habrá muchos de los que están dormidos en el suelo de polvo que despertarán, estos a vida de duración indefinida y aquellos a oprobios [y] a aborrecimiento de duración indefinida » (Daniel 12:1,2). Las doce tribus de Israel (también mencionadas en Lucas 22:30), representan la humanidad resucitada y la gran muchedumbre que habrá sobrevivido a la gran tribulación, durante el milenio, mencionadas (las doce tribus) en la profecía de Ezequiel capítulos 40 al 48 (las 12 tribus de Israel se presentan como el prototipo o modelo de la futura población mundial resucitada en el paraíso terrestre).
Será una administración de la resurrección terrestre y de juicio, mencionado por Jesucristo y las profecías de Ezequiel (40-48) y Daniel, que durará 1000 años según la información del libro de Apocalipsis (20:1-7). Hay escrito la descripción profética de ese período: « Y vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos. Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. Y el mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus hechos » (Apocalipsis 20:11-13). Los « rollos » que se abren serán nuevas instrucciones divinas, comparables a las que se encuentran en la Biblia, y que facilitarán la administración mundial de la resurrección. En el « rollo de la vida » estarán inscritos los nombres de los resucitados que obtendrán la vida eterna. Lo veremos más adelante, sobre la base de las declaraciones de Cristo, los nombres de los justos resucitados están inscritos allí.
Volvamos a la palabra « re-creación », traducida del texto griego: (παλιγγενεσία) palengenesia (re = palen; creación = genesia), un renacimiento, un resurgimiento, una regeneración (Concordancia de Strong (G3824)). Por consiguiente, es fácil entender que la persona resucitada será « recreada » con un nuevo cuerpo humano. No habrá una resurrección de la carne, del viejo cadáver convertido en polvo, sino que nuevos átomos y nuevas células compondrán el nuevo cuerpo humano. También es evidente que la resurrección no es una « reencarnación ». Además, no forma parte de un ciclo de varias vidas y muertes o renacimientos de la misma persona. En la profecía de Daniel 12:1,2, pero también en la enseñanza de Cristo, está escrito que después de la primera resurrección habrá un juicio que decidirá si la persona resucitada vivirá para siempre o no. En el caso de un juicio desfavorable, la persona dejará de existir definitivamente: « No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio » (Juan 5:28,29).
En la resurrección, o re-creación, se resucitará la misma individualidad o personalidad única, con sus características propias, que permitirán ser reconocida por las personas de su propia familia y posiblemente de sus antiguas relaciones. Sin embargo, tendrá un cuerpo nuevo, libre de los defectos asociados con su vida anterior bajo la ley del pecado adámico (heredado de Adán) que causaba la vejez, la enfermedad y la muerte (Romanos 5:12; 6:23). Es obvio, que incluso si aquella persona será físicamente parecida, quizás no siempre será fácil reconocerla al principio. Podría haber una gran diferencia entre su nueva juventud y belleza física, con lo que talvez siempre habremos conocido, anciano, enfermo o discapacitado, en el antiguo sistema de cosas (Job 33:25).
Veamos algunos ejemplos que muestran cómo Jesucristo resucitado fue reconocido por la expresión de su propia individualidad pasada y no por los diferentes cuerpos humanos que (al parecer) usó durante este período (porque había resucitado como un espíritu y, para ser visto, se vistió con un cuerpo humano (1 Corintios 15:45)). Después de la muerte y resurrección de Cristo, permaneció unos cuarenta días en la tierra y se presentó varias veces a sus discípulos que no siempre lo reconocieron de inmediato, sino solo por su forma de hablar (Juan 20:16 « Jesús le dijo: “¡María!”. Al volverse, le dijo ella en hebreo: “¡Rabboni!” (que significa: “¡Maestro!”)), su maner de bendecir y partir el pan antes de comerlo (Lucas 24:30, 31 ”Y estando reclinado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y empezó a dárselo. Con esto, a ellos se les abrieron los ojos completamente y lo reconocieron; y él desapareció de ante ellos ») o tal vez antiguos recuerdos compartidos (Juan 21:4-7, sus discípulos reconocen esto cuando él rehace el milagro de la pesca milagrosa (Compare con Lucas 5: 5-8))… Así que el punto de comprensión esencial sobre la resurrección, es el regreso a la vida de una personalidad única que existía antes, en un nuevo cuerpo humano, sin pecado ni defecto físico que en el pasado causaban envejecimiento y muerte (Romanos 5:12; 6:23).
EL RENACIMIENTO
Volviendo de nuevo a la palabra griega palengenesia, traducida como re-creación, también se trata de renacimiento. ¿Es el renacimiento o resurrección lo mismo que se menciona en una conversación de Cristo con un maestro de la Ley, llamado Nicodemo, en el capítulo 3 de Juan? “En respuesta, Jesús le dijo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede entrar en la matriz de su madre por segunda vez y nacer, ¿verdad?”. Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es. No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez. El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del espíritu”. En respuesta, Nicodemo le dijo: “¿Cómo pueden suceder estas cosas?”. En respuesta, Jesús le dijo: “¿Eres tú maestro de Israel, y sin embargo no sabes estas cosas? Muy verdaderamente te digo: Lo que sabemos hablamos, y de lo que hemos visto damos testimonio, pero ustedes no reciben el testimonio que damos. Si les he dicho cosas terrenales y sin embargo no creen, ¿cómo creerán si les digo cosas celestiales? Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna » (Juan 3:3-15).
Dependiendo del contexto de toda la conversación, queda claro que la expresión « nacer de nuevo », se aplica tanto a la vida eterna como a la resurrección celestial y terrestre. Sin embargo, nacer del agua y del espíritu representa el bautismo de Cristo en agua y espíritu santo que culminó, mucho después, con su muerte y resurrección. Asimismo, los 144000, que tendrán una resurrección celestial, deben nacer del agua y del espíritu según el ejemplo de Cristo. Debemos detenernos en el simbolismo del bautismo cristiano en lo que describe en términos de inmersión en la muerte y renacimiento por resurrección, surgiendo del agua (que actúa como la matriz), siendo revivificados por el espíritu santo, de Jehová Dios. Tomemos el bautismo de Cristo, que luego imitarían sus discípulos (Mateo 3:13-17; Mateo 28:19,20): « Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán a Juan, para ser bautizado por él. (…) Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron, y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”” (Mateo 3:13-17).
El bautismo en la muerte y la resurrección
El bautismo es una inmersión completa del cuerpo (y no una simple aspersión). Después de lo cual inmediatamente la persona sale del agua (βαπτίζω baptizō: sumergir (Concordancia de Strong (G907)). La ceremonia del bautismo es una descripción profética de todo el ministerio de Cristo, comenzando desde su bautismo, hasta su muerte y resurrección. El nuevo nacimiento espiritual de Cristo tuvo lugar, en el momento de su bautismo. Se convirtió en Cristo, como Hijo Unigénito de Dios por su nuevo nacimiento. Su bautismo tenía un valor de promesa de Dios, que sería efectiva únicamente al final de su ministerio, su muerte y luego su resurrección que constituiría su renacimiento como un espíritu resucitado (1 Corintios 15:45). De modo que aquella ceremonia bastante breve y escueta, resumía proféticamente los tres años y medio del ministerio de Cristo, que lo llevó a su muerte, y luego a su resurrección, o renacimiento efectivo para unirse a su Padre en el cielo. Así, su inmersión en agua de Jesucristo, representaba el bautismo en su muerte, su ministerio terrestre de tres años y medio, comenzando en este mismo momento (del bautismo) que acabaría inevitablemente a su muerte en sacrificio (Juan 3:16). Y el surgimiento del agua de Jesucristo, su renacimiento efectivo en el momento de su resurrección como un espíritu que podría regresar a los cielos.
El apóstol Pablo lo ha explicado, bajo inspiración, mostrando que los cristianos tienen un bautismo en la muerte, similar al de Cristo: un ministerio cristiano que inevitablemente conduciría (y conduce actualmente también) a la muerte, y luego, a un renacimiento similar, la resurrección como espíritu (para los 144000): « fuimos sepultados con él mediante nuestro bautismo en su muerte, para que, así como Cristo fue levantado de entre los muertos mediante la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección” (Romanos 6:3-5).
Por consiguiente, el renacimiento mencionado por Cristo en Juan 3, tiene lugar en el momento del bautismo, como una promesa (si permanecemos fieles hasta el fin (Mateo 24:13)), pero tiene un valor efectivo, solo después de la muerte y resurrección: « Pero Jesús les respondió, diciendo: « Pero Jesús les contestó, y dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado. Muy verdaderamente les digo: A menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, permanece un solo [grano]; pero si muere, entonces lleva mucho fruto » » (Juan 12:23,24). En la ilustración, el grano de trigo que muere para dar más fruto es la muerte (su inmersión en el agua, o su entierro como « grano de trigo ») y su resurrección, el grano que se convierte en espiga de trigo que da fruto. En la conversación con Nicodemo, en Juan 3, la espiga de trigo que da fruto encuentra su correspondencia con el levantamiento de la serpiente de cobre en el desierto que salvó a los israelitas que la miraban, después de ser picado por las serpientes: « Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna » (Juan 3:14,15).
El apóstol Pablo usa exactamente la misma ilustración (del grano que muere en la tierra y es revivido dando fruto) para describir el ministerio cristiano que conduce a la muerte natural (inmersión en agua) y luego a la resurrección (la salida del agua, durante bautismo): « ¡Persona irrazonable! Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera; y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás; pero Dios le da un cuerpo así como le ha agradado, y a cada una de las semillas su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que hay una de la humanidad, y hay otra carne del ganado, y otra carne de las aves, y otra de los peces. Y hay cuerpos celestes, y cuerpos terrestres; mas la gloria de los cuerpos celestes es de una clase, y la de los cuerpos terrestres es de una clase diferente » (1 Corintios 15:36-40). Ya sea en el contexto de Juan 3 y las cartas inspiradas de Pablo, el nuevo nacimiento que uno adquiere en el bautismo es una promesa de vida eterna a través de la resurrección celestial o terrestre, o la supervivencia sin morir en la gran tribulación. Cabe señalar, en 1 Corintios 15:40, que el apóstol Pablo muestra que el grano que cae en la tierra, dando después una espiga al salir de la tierra, representando la resurrección, lo aplica tanto a los que recibirán un cuerpo celestial (los 144000), como a los que tendrán un nuevo cuerpo terrestre o humano, en la resurrección: « Y hay cuerpos celestes, y cuerpos terrestres; mas la gloria de los cuerpos celestes es de una clase, y la de los cuerpos terrestres es de una clase diferente » (1 Corintios 15:40).
De una manera mucho más general, el simbolismo del bautismo cristiano, la inmersión en agua, que representa la muerte o el cambio de condición, y al salir del agua, el renacimiento o la resurrección, es igualmente aplicable a toda la humanidad descendiente de Adán. Actualmente se encuentra bajo la ley adánica del pecado, bajo el agua (Romanos 5:12). En la profecía del capítulo 25 de Isaías, esta sentencia de muerte mundial heredada de Adán es descrita por la imagen de una « envoltura » o « una obra tejida que está entretejida » que cubre a la humanidad, y la resurrección por su retirada (que es similar al bautismo, la desaparición en el agua y la reaparición (al salir del agua) por resurrección o nuevo nacimiento): « Y Jehová de los ejércitos ciertamente hará para todos los pueblos, en esta montaña, un banquete de platos con mucho aceite, un banquete de vino mantenido sobre las heces, de platos con mucho aceite, llenos de médula, de vino mantenido sobre las heces, filtrado. Y en esta montaña él ciertamente se tragará la cara de la envoltura que está envuelta sobre todos los pueblos, y la obra tejida que está entretejida sobre todas las naciones. Él realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo [lo] ha hablado » (Isaías 25:6-8). Más adelante, acerca de la futura resurrección terrestre y la desaparición de la muerte heredada de Adán, está escrito: « Tus muertos vivirán. Cadáver mío… se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de malvas, y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento » (Isaías 26:19). Con la resurrección mundial oficialmente completada al final de los mil años, la humanidad será levantada del agua, con un nuevo nacimiento (Apocalipsis 20:5).
La resurrección y la cuestión del matrimonio
Se le preguntó a Jesucristo al respecto, aquí está tanto la pregunta (hecha por los saduceos para ponerlo a prueba, porque no creían en la resurrección) y su respuesta: « En aquel día vinieron a él saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: “Maestro, Moisés dijo: ‘Si alguien muere sin tener hijos, su hermano tiene que tomar a su esposa en matrimonio y levantar prole a su hermano’. Pues había con nosotros siete hermanos; y el primero se casó y falleció, y, no teniendo prole, dejó su esposa a su hermano. Les pasó lo mismo también al segundo y al tercero, hasta el último de los siete. Con posterioridad a todos, murió la mujer. Por consiguiente, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será ella esposa? Porque todos la tuvieron”. En respuesta, Jesús les dijo: “Ustedes están equivocados, porque no conocen ni las Escrituras ni el poder de Dios; porque, en la resurrección, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres, sino que son como los ángeles en el cielo. Respecto a la resurrección de los muertos, ¿no leyeron lo que les habló Dios al decir: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos”. Al oír aquello, las muchedumbres quedaron atónitas de su enseñanza » (Mateo 22:23-33).
El pacto matrimonial instituido por Jehová Dios fue un medio de poblar la tierra por medio de la procreación: « Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” » (Génesis 1:27,28). La introducción del pecado en el mundo por medio de Adán cambió la situación al destruir a su descendencia mediante la muerte: « Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado » (Romanos 5:12). La resurrección de la mayoría de la descendencia, esta vez, será el resultado de una re-creación (y no de una procreación). Por eso Jesucristo dijo que los resucitados serán « como ángeles en el cielo », en el sentido de que serán creados directamente con un nuevo cuerpo humano, así como los ángeles en el cielo fueron creados directamente sin el proceso de procreación. Por consiguiente, la respuesta de Jesucristo es lógica: « en la resurrección, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres ».
Según la Biblia, la muerte pone fin al lazo matrimonial entre el hombre y la mujer: « Por ejemplo, la mujer casada está atada por ley a su esposo mientras este vive; pero si su esposo muere, queda desobligada de la ley de su esposo » (Romanos 7:2). Por lo tanto, en la resurrección terrestre, cuando los dos antiguos cónyuges vuelvan a verse en el paraíso terrestre, ya no estarán bajo la ley del matrimonio. Podrán continuar teniendo relaciones humanas basadas en el afecto fraternal, pero sin la intimidad permitida solo en el matrimonio (Hebreos 13:4a). En Apocalipsis 20:12 está escrito que habrá nuevos rollos, es decir, nuevas instrucciones divinas, que podrían, quizás, fijar las modalidades de aquellas relaciones fraternales entre los antiguos cónyuges, sin necesariamente legislar en detalle, sino con un sentido común, junto con perspicacia, resultado de la madurez cristiana (Hebreos 5:14). Dios es amor, por eso se asegurará de que el reencuentro en la resurrección, entre un hombre y una mujer, que se habrán amado con cariño (en el viejo sistema de cosas), se produzca con alegría y con la continuidad de un afecto fraternal, esta vez por la eternidad (1 Juan 4:8).
La resurrección tanto de justos como de injustos
Jesucristo enseñó que los justos resucitados no serán « juzgados » ni « escudriñados », sino que pasarán de la muerte a la vida: « para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Muy verdaderamente les digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. (…) y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida” (Juan 5:23-24,29a). El apóstol Pablo se refirió a la resurrección de los justos que lleva a la vida eterna, y sin juicio, con la expresión « resurrección mejor »: « Hubo mujeres que recibieron a sus muertos por resurrección; pero otros hombres fueron atormentados porque rehusaron aceptar la liberación por algún rescate, con el fin de alcanzar una resurrección mejor. Sí, otros recibieron su prueba por mofas y azotes, en verdad, más que eso, por cadenas y prisiones. Fueron apedreados, fueron probados, fueron aserrados en pedazos, murieron degollados a espada, anduvieron de acá para allá en pieles de oveja, en pieles de cabra, hallándose en necesidad, en tribulación, bajo maltratamiento; y el mundo no era digno de ellos. Anduvieron vagando por los desiertos áridos y las montañas y en las cuevas y cavernas de la tierra » (Hebreos 11:35-38; todo el capítulo 11 contiene los nombres de personas fieles que tendrán una « resurrección mejor » sin juicio, pasando de la muerte a la vida eterna).
Jesucristo enseñó que los injustos resucitados serían juzgados: « No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio » (Juan 5:28,29). Por la expresión « resurrección de juicio », debemos entender una resurrección en la que la persona injusta resucitada vivirá de nuevo en buenas condiciones, en el paraíso terrestre, y será enseñada y juzgada durante un período de tiempo suficientemente largo para decidir si obtendrá la vida eterna o no… La profecía de Isaías sugiere que este período de observación, incluso conduciendo a un resultado desfavorable, podría durar cien años o quizás más: « porque uno morirá como simple muchacho, aunque tenga cien años de edad; y en cuanto al pecador, aunque tenga cien años de edad se invocará el mal contra él » (Isaías 65:20b).
La última prueba
Lo que es cierto, el juicio de los injustos resucitados terminará al final de los mil años. Al final de este período, según el libro de Apocalipsis, habrá un último cribado general de toda la humanidad, por la liberación provisional de Satanás el diablo y los demonios del abismo (el primero (cribado) tendrá lugar durante la gran tribulación que viene (Mateo 24:21)): « Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar. Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo, y los devoró. Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya estaban tanto la bestia salvaje como el falso profeta; y serán atormentados día y noche para siempre jamás » (Apocalipsis 20:7-10).
Como informa la profecía bíblica, a medida que la humanidad esté completamente regenerada tanto física como espiritualmente, ocurrirá un fenómeno extraño debido a la liberación temporal de Satanás el diablo y su horda de demonios arrasadores, listos para la última campaña propagandista mundial de mentiras homicidas que anteriormente en el antiguo sistema de cosas, causó la muerte de Adán y Eva y de todos sus descendientes (Romanos 5:12). Es probable que la situación sea tan extraña como la descrita en Génesis 3:1-6, donde se puede leer que el diablo usó una serpiente como marioneta para predicar una mentira asesina (Juan 8:44). Como está escrito, muchos creerán y caerán en la trampa, su número será « como la arena del mar », lo que no significa necesariamente que representará a la mayoría de la humanidad. Sin embargo, el registro profético informa que su considerable número será suficiente como para poner « el campamento de los santos y la ciudad amada », en una situación crítica. Dado que la profecía menciona la expresión « Gog de Magog » para Satanás y su última coalición terrestre, « para reunirlos para la guerra », este será de hecho un último intento criminal de exterminar a los santos terrestres en serio aprieto.
El relato informa que esta vez, de acuerdo con la profecía de Génesis 3:15, la cabeza de la serpiente será aplastada permanentemente, junto con su descendencia celestial y terrestre (Romanos 16:20). Está escrito en Apocalipsis 20:10: « Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya estaban tanto la bestia salvaje como el falso profeta; y serán atormentados día y noche para siempre jamás » (Apocalipsis 20:10). El « lago de azufre » es tan simbólico como la bestia salvaje y el falso profeta, representa la destrucción eterna. También está escrito en Apocalipsis 20:14, que « la muerte y el Hades » fueron arrojados al lago de fuego, demostrando, una vez más, que este es un lugar simbólico.
Sin embargo, vale la pena detenerse en la consideración cuidadosa de la frase « serán atormentados día y noche para siempre jamás ». Es obvio que también debe tomarse de manera simbólica, al igual que el lago de fuego. ¿Qué significa? Es la imagen de un encarcelamiento eterno que debe ponerse en perspectiva con el hecho de que anteriormente, el diablo había sido previamente arrojado al abismo por un tiempo limitado a mil años (Apocalipsis 20:2). Sin embargo, para asegurarse que esta es la interpretación correcta, es importante ver el verbo griego original traducido como « tormento » o tortura: (βασανίζω) basanizo (Concordancia de Strong G928). Encontramos esta palabra con la misma raíz, en forma de nombre en Mateo 18:34: « Con eso, su amo, provocado a ira, lo entregó a los carceleros, hasta que pagara todo lo que se debía ». La palabra traducida por « carceleros » proviene de la palabra griega (βασανιστής) basanistes (la misma raíz que basanizo) (tortoribus en latín), que significa atormentador, verdugo (G930 Concordancia de Strong). Esto significa que Satanás será « encarcelado » eternamente en la destrucción. Lo cual está conforme con las profecías de Génesis 3:15 y Romanos 16:20, que describen una destrucción final de Satanás (y no mantenerlo vivo con el propósito de tormento (o tortura) eterno) (lo cual sería contrario al amor de Dios ( 1 Juan 4: 8)).
La segunda resurrección
Es después de aquella prueba final, que se decretará la realización de la segunda resurrección de toda la humanidad que vivirá eternamente en el paraíso terrestre (la primera, siendo la de los 144000, al comienzo del reinado milenario): « (Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años.) Esta es la primera resurrección » (Apocalipsis 20:5). Lo cual debería al mismo tiempo, cerrar el séptimo día mencionado en Génesis: « Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho, y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con el propósito de hacer » (Génesis 2:2,3).
Traidoramente, Satanás el diablo se aprovechó de esta situación para atacar el derecho de Dios a la soberanía (Génesis 3:1-6). Sin embargo, en su inmensa sabiduría, Jehová Dios pudo delegar temporalmente su autoridad a su amado hijo Jesucristo: « Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra » » (Mateo 28:18). Como está escrito, Jesucristo devolverá aquella autoridad a su Padre Celestial, al final (o antes del final) de este séptimo día, para que, finalmente, termine como había comenzado, con la bendición divina de Jehová Dios: « Pero cuando todas las cosas le hayan sido sujetadas, entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos » (1 Corintios 15:28).
El poder de la Palabra de Dios no dejará de ser glorificado por el cumplimiento ineludible de su propósito, incluso cuando Dios está en « descanso » de sus obras creativas, para usar la expresión de Génesis 2:2,3: « Porque los pensamientos de ustedes no son mis pensamientos, ni son mis caminos los caminos de ustedes —es la expresión de Jehová—. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes. Porque tal como la lluvia fuerte desciende, y la nieve, desde los cielos, y no vuelve a ese lugar, a menos que realmente sature la tierra y la haga producir y brotar, y realmente se dé semilla al sembrador y pan al que come, así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado » (Isaías 55:8-11).
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