Jesucristo predica a una mujer samaritana (Juan 4:7-26)

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Para tener una idea más precisa de lo que se puede decir en el contexto de la predicación, veamos cómo Jesucristo predicó a una mujer samaritana, de una manera muy informal:

« 7 Llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: “Dame de beber”. 8 (Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar víveres.) 9 Por lo tanto, la mujer, la samaritana, le dijo: “¿Cómo es que tú, a pesar de ser judío, me pides de beber a mí, que soy mujer samaritana?”. (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) 10 En respuesta, Jesús le dijo: “Si hubieras conocido la dádiva gratuita de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido, y él te habría dado agua viva”. 11 Ella le dijo: “Señor, ni siquiera tienes un cubo para sacar agua, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes esta agua viva? 12 Tú no eres mayor que nuestro antepasado Jacob, que nos dio el pozo y que bebió de él él mismo junto con sus hijos y su ganado vacuno, ¿verdad?”. 13 En respuesta, Jesús le dijo: “A todo el que bebe de esta agua le dará sed otra vez. 14 A cualquiera que beba del agua que yo le daré de ningún modo le dará sed jamás, sino que el agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que brotará para impartir vida eterna”. 15 La mujer le dijo: “Señor, dame esta agua, para que ni tenga sed ni siga viniendo acá a este lugar a sacar agua”. 16 Él le dijo: “Ve, llama a tu esposo y ven a este lugar”. 17 En respuesta, la mujer dijo: “No tengo esposo”. Jesús le dijo: “Bien dijiste: ‘No tengo esposo’. 18 Porque has tenido cinco esposos, y el que ahora tienes no es tu esposo. Esto lo has dicho verazmente”. 19 Le dijo la mujer: “Señor, percibo que eres profeta. 20 Nuestros antepasados adoraron en esta montaña; pero ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”. 21 Jesús le dijo: “Créeme, mujer: La hora viene cuando ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22 Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación se origina de los judíos. 23 No obstante, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren. 24 Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”. 25 La mujer le dijo: “Yo sé que el Mesías viene, el que se llama Cristo. Cuando llegue ese, él nos declarará todas las cosas abiertamente”. 26 Jesús le dijo: “Yo, el que habla contigo, soy ese » (Juan 4:7-26. Para el estudio del texto, los números que marcan los versículos se dejaron).

– Jesucristo provocó una doble situación inusual (versículos 7-9): era judío y habló en público con una mujer samaritana. Los judíos y los samaritanos se odiaban tanto que en aquel entonces, para insultar a uno de sus compatriotas, a veces se lo trataba de « samaritano » (véase Juan 8:48, es interesante notar que la ilustración del « Buen Samaritano » encaja claramente con el propósito de Cristo, de denunciar sutilmente este racismo religioso judío antisamaritano (Lucas 10:25-37)). Además, Jesucristo habló en público a una mujer, lo que no era usual. En Juan 4:27, está escrito que incluso sus discípulos « se admiraba de que hablaba con una mujer ». Sea como fuere, en el versículo 16 Jesucristo le pidió a la mujer que llamara a su esposo para continuar la conversación. Si bien Jesucristo siempre tuvo una actitud casta hacia las mujeres, respetó las costumbres relacionadas con las relaciones entre hombres y mujeres y, por supuesto, la moral bíblica.

Por lo tanto, es importante no tener prejuicios sobre las personas que vamos a predicar. Jehová Dios y Jesucristo aman a todos los pueblos y seres humanos de todas las razas, tanto hombres como mujeres (Hechos 10:34 « Dios no es parcial »).

– Jesucristo continuó después del primer efecto de sorpresa, agregando algo extraño (versículos 10-15): puede darle agua, aunque no tiene ni siquiera un cubo (versículo 10). Por supuesto, se trataba de agua espiritual, simbólica. Sin pensar necesariamente que la mujer samaritana carecía de perspicacia, porque no sabía quién era él que le hablaba y de qué manera (simbólica) lo hacía, le señaló que no tenía un cubo. Sin embargo, sin llamar la atención sobre su falta de discernimiento, Jesucristo le dijo algo completamente extraño desde un punto de vista humano: puede darle agua con la cual nunca volverá a tener sed. Uno puede imaginarse fácilmente a la mujer samaritana mirando a Jesucristo, con los ojos abiertos como platos y la boca abierta, respondiendo: « Señor, dame esta agua, para que ni tenga sed ni siga viniendo acá a este lugar a sacar agua ». Claro, la mujer aún no había entendido que Jesucristo estaba hablando simbólicamente. Jesucristo había alcanzado la meta que se había fijado: llamar su atención.

Primero, para captar la atención, se puede usa frases simples que tal vez puedan sorprender (siendo de buen gusto). Es necesario despertar esta curiosidad innata a los seres humanos, para que puedan reaccionar y así provocar conversaciones espiritualmente interesantes. El segundo punto es que Jesucristo no reprendió a la mujer samaritana cuando ella no entendía su manera de hablar, seguía su objetivo, despertar su atención al crear un terreno común entre él y ella.

– Jesucristo felicitó a la mujer samaritana por su discernimiento y ella se dio cuenta de que él era un profeta (versículos 16-19): cuando él le pidió que fuera a buscar a su esposo para continuar la conversación, la samaritana respondió que no estaba casada (vivía con un hombre sin estar casada). Todavía uno puede imaginarse fácilmente el asombro de la mujer samaritana cuando Jesucristo, después de felicitarla por su buena respuesta, le dio detalles de sus situaciones familiares anteriores y su situación familial actual. Ella le contestó: « Señor, veo que eres un profeta ».

Anteriormente, descubrimos que Jesucristo no reprendió sistemáticamente al samaritano por su falta de discernimiento. Sin embargo, en este caso, Jesucristo la felicitó por su buena respuesta. En el contexto de una conversación, mientras se da prioridad a los puntos de acuerdo, es bueno descartar temporalmente los desacuerdos y enfatizar los puntos comunes para crear una atmósfera de confianza. Debemos comunicarnos en igualdad de condiciones con nuestro prójimo. En Juan 4: 6 está escrito que Jesucristo estaba muy cansado y estaba sentado « tal como estaba » junto a la fuente. No está escrito que Jesucristo se levantó para hablar con la mujer samaritana. Imaginamos la escena, Jesucristo sentado, muy cansado y la mujer samaritana, de pie, mirando hablando al hombre el más importante de la tierra. Por lo tanto, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, cuando predicamos a nuestro prójimo, debemos evitar cualquier actitud condescendiente, tenemos que siempre ser humildes y modesto para con nuestro prójimo como a iguales, para fomentar una atmósfera agradable, quizás amigable.

– Jesucristo se negó a polemizar (Versículo 20-22): La mujer samaritana abre una controversia sobre los diferentes lugares de adoración de los judíos y de los samaritanos (versículo 20). Jesucristo no entró en controversia, pero le dijo que ahora y en adelante la verdadera adoración ya no dependería de un lugar sagrado en particular (versículo 21). Después de haber descartado esta controversia sin importancia, Jesucristo, sin embargo, expuso la verdad con firmeza (versículo 22): « Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación se origina de los judíos ». La salvación viene de los judíos en el sentido de que de este pueblo (y no del pueblo samaritano), vino el principal medio de salvación eterna: Jesucristo (Juan 14:6).

Es importante equilibrar el hecho de evitar entrar en controversia innecesariamente, pero también la necesidad absoluta de exponer la verdad bíblica, como lo hizo Jesucristo en este caso.

– Jesucristo habló de « verdaderos adoradores » (versículos 23 y 24): la expresión « verdaderos adoradores » tiene la ventaja de su gran simplicidad: somos o no somos. Tal como dijo Jesucristo, solo hay dos alternativas, una que conduce a la vida y la otra a la destrucción (Mateo 7:13,14,21-23). Del mismo modo, solo hay dos categorías de adoradores: la verdadera y la falsa. Los verdaderos adoradores han sido nombrados por la divina providencia: cristianos: « y, al hallarlo, lo trajo a Antioquía. Así sucedió que por un año entero se reunieron con ellos en la congregación y enseñaron a una muchedumbre bastante grande, y fue primero en Antioquía donde a los discípulos por providencia divina se les llamó cristianos » (Hechos 11:26). Es poco antes de la Gran Tribulación que Jesucristo hará la diferencia entre « cristianos verdaderos » y « cristianos falsos » (Mateo 7:21-23). Lo que significa que si uno reemplazara la palabra adoración con la palabra genérica  y no bíblica « religión », la situación se volvería más compleja (y lo es): de hecho, ¿cómo reconocer la « verdadera religión » entre millones de otras religiones? Es mejor permanecer en la simplicidad de la palabra « verdaderos adoradores », usado por Cristo, o « cristiano » usado en el libro de los hechos (con providencia divina). Claro, Jesucristo predicó un mensaje, las buenas nuevas, en lugar de una « religión » (palabra genérica no bíblica).

Por otro lado, Jesucristo ha demostrado que es Dios quien « busca los verdaderos adoradores », por medio de la predicación humana, es Él quien está edificando a Su pueblo: « En aquel tiempo los que estaban en temor de Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre » (Mateo 24:14, Malaquías 3:16). Prediquemos a la futura gran munchedumbre que sobrevivirá a la gran tribulación en el día de Jehová (Joel 2:1,2).

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La Predicación de la Buenas Nuevas y el Bautismo (Mateo 24:14)

La predicación es una simple proclamación pública, que permite iniciar conversaciones…

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