El relato de los evangelios acerca de la resurrección de Jesucristo

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El relato de los evangelios acerca

de la resurrección de Jesucristo para fortalecer nuestra fe

en la esperanza cristiana de la vida eterna

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Para hacer comprender a sus discípulos que efectivamente había resucitado de entre los muertos, se vistió de un cuerpo humano, cuyo rostro no siempre era reconocible por sus discípulos

Introducción

El objetivo de esta meditación sobre los diferentes relatos de la resurrección de Jesucristo, es doble: el primero es, como indica el título principal, animar a los que tienen fe en la esperanza cristiana de la resurrección y de la vida eterna (Juan 3:16,36). La segunda, es mostrar que según la Biblia, es una garantía dada por Dios, que la resurrección de los muertos será efectiva. Es precisamente el apóstol Pablo quien lo escribe en 1 Corintios capítulo 15, dedicado especialmente a este tema de la resurrección. Mientras que algunas personas en la congregación dijeron que no habría resurrección,  el apóstol Pablo escribió esto en respuesta:

« Ahora bien, si de Cristo se está predicando que él ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de los muertos? Realmente, si no hay resurrección de los muertos, tampoco ha sido levantado Cristo. Pero si Cristo no ha sido levantado, nuestra predicación ciertamente es en vano, y nuestra fe es en vano. Además, también se nos halla falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra Dios de que él levantó al Cristo, pero a quien no levantó si los muertos verdaderamente no han de ser levantados. Porque si los muertos no han de ser levantados, tampoco ha sido levantado Cristo. Además, si Cristo no ha sido levantado, la fe de ustedes es inútil; todavía están en sus pecados. De hecho, también, los que se durmieron [en la muerte] en unión con Cristo perecieron. Si solo en esta vida hemos esperado en Cristo, de todos los hombres somos los más dignos de lástima » (1 Corintios 15:12-19; ​​el lector que lo desee puede leer todo el capítulo 15, sobre las diferentes resurrecciones).

Un último punto, en cuanto los diferentes relatos de las apariciones de Jesucristo resucitado, y esto, durante cuarenta días, antes de su ascensión. Podrá notar algo sorprendente, es que los discípulos no lo reconocían de inmediato, como si su rostro hubiera cambiado. Fue reconocido por su forma de ser anterior, como partir el pan, o la forma de pronunciar el nombre de seres queridos como María Magdalena. ¿Por qué? En 1 Corintios 15:45 está escrito: « Así también está escrito: “El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente”. El último Adán llegó a ser un espíritu dador de vida ». Este texto muestra que Jesucristo resucitado, lo fue como espíritu, y un espíritu o ángel, generalmente no se ve con ojos humanos. Para hacer comprender a sus discípulos que efectivamente había resucitado de entre los muertos, se vistió de un cuerpo humano, cuyo rostro no siempre era reconocible por sus discípulos.

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Una mujer generosa: « Ella hizo lo que pudo » (Marcos 14:8)


« Y mientras él estaba en Betania, en casa de Simón el leproso, estando reclinado a la mesa, vino una mujer con una cajita de alabastro llena de aceite perfumado, nardo genuino, muy costoso. Rompiendo la cajita de alabastro, ella se puso a derramarlo sobre la cabeza de él. Al ver esto, hubo algunos que expresaban indignación entre sí: “¿Por qué se ha efectuado este desperdicio del aceite perfumado? ¡Pues este aceite perfumado pudiera haberse vendido por más de trescientos denarios y haberse dado a los pobres!”. Y estaban muy disgustados con ella. Pero Jesús dijo: “Déjenla. ¿Por qué tratan de causarle molestia? Excelente obra ha hecho ella para conmigo. Porque siempre tienen a los pobres con ustedes, y cuando quieran pueden hacerles bien, pero a mí no siempre me tienen. Ella hizo lo que pudo; se anticipó a ponerme aceite perfumado sobre el cuerpo en vista del entierro. En verdad les digo: Dondequiera que se prediquen las buenas nuevas en todo el mundo, lo que hizo esta mujer también se contará para recuerdo de ella” (Marcos 14:3- 9).

La generosidad de aquella mujer es similar a la de la viuda pobre que Jesucristo vio: « Ahora bien, al levantar la vista, vio a los ricos que echaban sus dádivas en las arcas de la tesorería. Entonces vio a cierta viuda necesitada echar allí dos monedas pequeñas de ínfimo valor, y dijo: “En verdad les digo: Esta viuda, aunque pobre, echó más que todos ellos. Porque todos estos echaron dádivas de lo que les sobra, mas esta echó, de su indigencia, todo el medio de vivir que tenía” » (Lucas 21:1-4). Así, Jesucristo percibe el más mínimo esfuerzo que hacemos con todos nuestros corazones para servir a su Padre (Mateo 7:21).

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– El valor de José de Arimatea que le pide a Pilato, el gobernador romano de Judea, el cuerpo sin vida del Cristo:

Al leer relatos históricas, en este caso, los Evangelios, conocemos el final. Sin embargo, los personajes que vivían aquellas situaciones a veces peligrosas y aterradoras, no sabían las consecuencias de sus valientes decisiones, por ejemplo, el encarcelamiento o todo tipo de maltratos. Entre aquellos personajes valientes, que la Biblia menciona, se encuentra José de Arimatea, un hombre que pidió el cuerpo de Cristo para que tuviera un entierro adecuado. La nobleza de José de Arimatea, por su gesto, es que hizo que su tumba fuera disponible, que se había preparado especialmente para él (José de Arimatea), para el cuerpo de Cristo. El relato de Marcos 15, lo describe como un hombre « estimable » y su acto delante de Pilato, que había decretado la sentencia de muerte de Cristo, como siendo « valeroso ».

« Entonces, como era hora avanzada de la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, que también se había hecho discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se lo entregaran. Y José tomó el cuerpo, lo envolvió en un lino limpio y fino, y lo puso en su nueva tumba conmemorativa, que había labrado en la masa rocosa. Y, después de hacer rodar una piedra grande a la puerta de la tumba conmemorativa, se fue. Pero María Magdalena y la otra María continuaron allí, sentadas enfrente del sepulcro » (Mateo 27:57-61).

« Entonces, como ya era una hora avanzada de la tarde, y puesto que era Preparación, es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro estimable del Consejo, que también esperaba, él mismo, el reino de Dios. Cobrando ánimo, entró ante la presencia de Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Pero Pilato deseaba saber si ya estaba muerto, y, mandando llamar al oficial del ejército, le preguntó si ya había muerto. Entonces, una vez que se aseguró de ello por el oficial del ejército, concedió el cadáver a José. Este, en efecto, compró lino fino, y lo bajó, lo envolvió en el lino fino y lo puso en una tumba que estaba labrada en una masa rocosa; e hizo rodar una piedra hasta la puerta de la tumba conmemorativa. Pero María Magdalena y María la madre de Josés se quedaron mirando dónde había sido puesto » (Marcos 15:42-47).

« Entonces, después de estas cosas, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secreto por su temor a los judíos, solicitó de Pilato que le permitiera llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato le dio permiso. Por lo tanto, vino y se llevó el cuerpo. También Nicodemo, el hombre que la primera vez vino a él de noche, vino trayendo un rollo de mirra y áloes, como cien libras de ello. De modo que ellos tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con las vendas con especias, así como tienen costumbre los judíos de preparar para el entierro. A propósito, había un huerto en el lugar donde él había sido fijado en el madero, y en el huerto una tumba conmemorativa nueva, en la cual nadie todavía había sido puesto. Allí, pues, a causa de la preparación de los judíos, pusieron a Jesús, porque la tumba conmemorativa estaba cerca  » (Juan 19:38-42).

– El día después de la muerte de Cristo, los 15 de Nisán (calendario bíblico judío) Los principales sacerdotes y los fariseos se aseguran de que la tumba de Cristo esté sellada y mantenida bajo vigilancia por dos soldados:

« Al día siguiente, que fue después de la Preparación, los sacerdotes principales y los fariseos se reunieron ante Pilato, y dijeron: “Señor, hemos recordado que ese impostor dijo mientras todavía estaba vivo: ‘Después de tres días he de ser levantado’. Por lo tanto, manda que se asegure el sepulcro hasta el día tercero, para que nunca vengan sus discípulos, y lo hurten, y digan al pueblo: ‘¡Fue levantado de entre los muertos!’, y esta última impostura será peor que la primera”. Pilato les dijo: “Tienen guardia. Vayan y asegúrenlo lo mejor que sepan”. De modo que ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y teniendo la guardia » (Mateo 27:62-66).

– Jesucristo resucitado aparece a las mujeres que vinieron muy temprano por la mañana del domingo 16 de Nisán:

« Después del sábado, cuando esclarecía el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. Y, ¡atención!, había ocurrido un gran terremoto; porque el ángel de Jehová había descendido del cielo, y se había acercado, y había hecho rodar la piedra, y estaba sentado sobre ella. Su apariencia exterior era como el relámpago; y su ropa, blanca como la nieve. Sí, por temor a él los guardias temblaron y quedaron como muertos. Pero el ángel, tomando la palabra, dijo a las mujeres: “No teman, porque sé que buscan a Jesús, que fue fijado en un madero. No está aquí, porque ha sido levantado, como dijo. Vengan, vean el lugar donde yacía. Y vayan de prisa y digan a sus discípulos que él ha sido levantado de entre los muertos, y, ¡miren!, va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán. ¡Miren! Se lo he dicho”. De modo que ellas, yéndose de prisa de la tumba conmemorativa, con temor y gran gozo, corrieron a informarlo a sus discípulos. Y, ¡mire!, Jesús se encontró con ellas y dijo: “¡Buenos días!”. Ellas se acercaron y lo asieron de los pies y le rindieron homenaje. Entonces Jesús les dijo: “¡No teman! Vayan, informen a mis hermanos, para que se vayan a Galilea; y allí me verán” » (Mateo 28:1-10).

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– Las mujeres anuncian las buenas nuevas de la resurrección de Jesucristo a los apóstoles que no las creen:

« El primer día de la semana, sin embargo, fueron muy de mañana a la tumba, llevando las especias que habían preparado. Pero hallaron removida la piedra de la tumba conmemorativa, y cuando entraron no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban perplejas sobre esto, ¡mira!, se pusieron junto a ellas dos varones en ropa fulgurante. Como ellas se atemorizaron y tenían los rostros inclinados hacia el suelo, los hombres les dijeron: “¿Por qué buscan al Vivo entre los muertos? [No está aquí, sino que ha sido levantado.] Recuerden cómo les habló mientras todavía estaba en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de hombres pecadores y ser fijado en un madero y, sin embargo, levantarse al tercer día”. De modo que ellas se acordaron de sus dichos, y regresaron de la tumba conmemorativa e informaron todas estas cosas a los once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, y Juana, y María la madre de Santiago. También, las demás mujeres que estaban con ellas decían estas cosas a los apóstoles. Sin embargo, a ellos estos dichos les parecieron como tonterías, y no quisieron creer a las mujeres » (Lucas 24:1-11).

– Pedro y Juan corren a la tumba para verificar el relato de las mujeres:

« El primer día de la semana, María Magdalena vino a la tumba conmemorativa temprano, mientras todavía había oscuridad, y contempló la piedra ya quitada de la tumba conmemorativa. De modo que corrió y vino a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien le tenía cariño Jesús, y les dijo: “Han quitado al Señor de la tumba conmemorativa, y no sabemos dónde lo han puesto”. Entonces Pedro y el otro discípulo salieron y se dirigieron hacia la tumba conmemorativa. Sí, los dos juntos echaron a correr; pero el otro discípulo corrió delante de Pedro, más aprisa, y llegó primero a la tumba conmemorativa. Y, agachándose, contempló las vendas echadas, sin embargo, no entró. Entonces llegó también Simón Pedro, que le seguía, y entró en la tumba conmemorativa. Y vio las vendas echadas, también el paño que había estado sobre la cabeza de él, no echado con las vendas, sino aparte, arrollado en un lugar. En aquel momento, pues, el otro discípulo que había llegado primero a la tumba conmemorativa también entró, y vio y creyó. Porque todavía no discernían la escritura de que él tenía que levantarse de entre los muertos. De modo que los discípulos se volvieron a casa  » (Juan 20:1-10).

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– María la Magdalena se encuentra con Jesucristo resucitado, que no reconoce y lo toma por el jardinero:

« María, sin embargo, se quedó de pie fuera, junto a la tumba conmemorativa, llorando. Entonces, mientras lloraba, se agachó para mirar dentro de la tumba conmemorativa y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabeza y uno a los pies donde había yacido el cuerpo de Jesús. Y le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”. Les dijo: “Han quitado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto”. Después de decir estas cosas, ella se volvió atrás y vio a Jesús de pie, pero no discernió que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, imaginándose que era el hortelano, le dijo: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo quitaré”. Jesús le dijo: “¡María!”. Al volverse, le dijo ella en hebreo: “¡Rabboni!” (que significa: “¡Maestro!”). Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes’”. María Magdalena fue y llevó las nuevas a los discípulos: “¡He visto al Señor!”, y que él le había dicho estas cosas  » (Juan 20:11-18).

– Los dos discípulos hablando con Jesucristo resucitado, sin saberlo, en el camino a Emaús:

« Pero, ¡mira!, aquel mismo día dos de ellos iban caminando a una aldea que dista unos once kilómetros de Jerusalén, Emaús por nombre, y estaban conversando el uno con el otro de todas estas cosas que habían sucedido. Ahora bien, mientras iban conversando y hablando, Jesús mismo se acercó y se puso a andar con ellos; pero se impidió que los ojos de ellos lo reconocieran. Él les dijo: “¿Qué asuntos son estos que consideran entre ustedes mientras van andando?”. Y ellos se detuvieron con rostros tristes. En respuesta, el que tenía por nombre Cleopas le dijo: “¿Moras tú solo como forastero en Jerusalén y por eso no sabes las cosas que han ocurrido en ella en estos días?”. Y él les dijo: “¿Qué cosas?”. Ellos le dijeron: “Las cosas respecto a Jesús el Nazareno, que vino a ser profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo lo entregaron nuestros sacerdotes principales y gobernantes a sentencia de muerte y lo fijaron en un madero. Pero nosotros esperábamos que este fuera el que estaba destinado a librar a Israel; sí, y además de todas estas cosas, este es ya el tercer día desde que han ocurrido estas cosas. Por otra parte, ciertas mujeres de entre nosotros también nos han pasmado, porque muy de mañana habían estado en la tumba conmemorativa, pero no hallaron el cuerpo de él, y vinieron diciendo que también habían visto una vista sobrenatural de ángeles, los cuales dijeron que él está vivo. Además de eso, algunos de los que estaban con nosotros se fueron a la tumba conmemorativa; y hallaron que así era, exactamente como las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron”. De modo que él les dijo: “¡Oh insensatos y lentos de corazón para creer en todas las cosas que hablaron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo sufriera estas cosas y entrara en su gloria?”. Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas les interpretó cosas referentes a él en todas las Escrituras. Por fin se acercaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Pero ellos fueron muy insistentes con él, y dijeron: “Quédate con nosotros, porque casi anochece y el día ya ha declinado”. Ante aquello, él entró a quedarse con ellos. Y estando reclinado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y empezó a dárselo. Con esto, a ellos se les abrieron los ojos completamente y lo reconocieron; y él desapareció de ante ellos. Y ellos se dijeron el uno al otro: “¿No nos ardía el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos estaba abriendo por completo las Escrituras?”. Y en aquella misma hora se levantaron y volvieron a Jerusalén, y hallaron congregados a los once y a los que estaban con ellos, que decían: “¡Es un hecho que el Señor ha sido levantado y se ha aparecido a Simón!”. Entonces ellos mismos contaron lo que había sucedido en el camino, y cómo se les dio a conocer en el acto de partir el pan » (Lucas 24:13-35).

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– Jesucristo resucitado se presenta a sus discípulos:

« Mientras estaban hablando de estas cosas, él mismo se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “Tengan paz”. Pero porque estaban aterrados, y se habían atemorizado, se imaginaban que contemplaban un espíritu. Por eso les dijo: “¿Por qué están perturbados, y por qué se suscitan dudas en su corazón? Vean mis manos y mis pies, que soy yo mismo; pálpenme y vean, porque un espíritu no tiene carne y huesos así como contemplan que yo tengo”. Y al decir esto les mostró las manos y los pies. Pero mientras todavía no creían de puro gozo, y seguían admirados, les dijo: “¿Tienen ahí algo de comer?”. Y le dieron un pedazo de pescado asado; y lo tomó y lo comió delante de los ojos de ellos. En seguida les dijo: “Estas son mis palabras que les hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí tenían que cumplirse”. Entonces les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras, y les dijo: “De esta manera está escrito que el Cristo sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día, y sobre la base de su nombre se predicaría arrepentimiento para perdón de pecados en todas las naciones… comenzando desde Jerusalén, ustedes han de ser testigos de estas cosas. Y, ¡miren!, envío sobre ustedes lo que está prometido por mi Padre. Ustedes, sin embargo, permanezcan en la ciudad hasta que lleguen a estar revestidos de poder desde lo alto” » (Lucas 24:36-49).

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– Jesucristo resucitado aparece al apóstol Tomás que no creyó a los otros discípulos, informándole que lo habían visto en un momento en que no estaba presente:

« Entonces, cuando se hizo tarde aquel día, el primero de la semana, y, aunque las puertas donde estaban los discípulos estaban aseguradas con cerradura por temor a los judíos, Jesús vino y estuvo de pie en medio de ellos, y les dijo: “Tengan paz”. Y después de decir esto, les mostró las manos y también el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús, por eso, les dijo otra vez: “Tengan paz. Así como el Padre me ha enviado, yo también los envío”. Y después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban espíritu santo. Si ustedes perdonan los pecados de cualesquiera personas, les quedan perdonados; si retienen los de cualesquiera personas, quedan retenidos”. Pero Tomás, uno de los doce, que se llamaba El Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Por consiguiente, los otros discípulos le decían: “¡Hemos visto al Señor!”. Pero él les dijo: “A menos que vea en sus manos la impresión de los clavos y meta mi dedo en la impresión de los clavos y meta mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”. Ahora bien, ocho días después, sus discípulos estaban dentro otra vez, y Tomás con ellos. Jesús vino, aunque las puertas estaban aseguradas con cerradura, y estuvo de pie en medio de ellos y dijo: “Tengan paz”. Dijo entonces a Tomás: “Pon tu dedo aquí, y ve mis manos, y toma tu mano y métela en mi costado, y deja de ser incrédulo, y hazte creyente”. En contestación, Tomás le dijo: “¡Mi Señor y mi Dios!”. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Felices son los que no ven y sin embargo creen”. Por supuesto, Jesús también ejecutó muchas otras señales delante de los discípulos, que no están escritas en este rollo. Pero estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre » (Juan 20:19-31).

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– Jesucristo resucitado aparece en la playa del mar de Tiberiades, es reconocido por sus discípulos mediante una pesca milagrosa. Luego anima al apóstol Pedro a pastorear a las ovejas espirituales:

« Después de estas cosas Jesús se manifestó otra vez a los discípulos junto al mar de Tiberíades; pero hizo la manifestación de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, que se llamaba El Gemelo, y Natanael de Caná de Galilea y los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le dijeron: “Vamos también nosotros contigo”. Salieron y subieron a la barca, mas durante aquella noche no pescaron nada. Sin embargo, justamente cuando estaba amaneciendo, Jesús estuvo de pie en la playa, pero los discípulos, por supuesto, no discernieron que era Jesús. Entonces Jesús les dijo: “Niñitos, no tienen nada de comer, ¿verdad?”. Le contestaron: “¡No!”. Él les dijo: “Echen la red al lado derecho de la barca, y hallarán”. Entonces la echaron, pero ya no podían sacarla a causa de la multitud de peces. Por lo tanto, aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Entonces Simón Pedro, al oír que era el Señor, se ciñó su prenda de vestir de encima, porque estaba desnudo, y se lanzó al mar. Pero los otros discípulos vinieron en la barquilla, pues no estaban lejos de tierra, solamente a unos noventa metros de ella, arrastrando la red de peces. Sin embargo, cuando salieron de la barca a tierra, contemplaron un fuego de carbón puesto allí, y pescado puesto encima, y pan. Jesús les dijo: “Traigan de los peces que acaban de pescar”. Simón Pedro, por lo tanto, subió a bordo, y sacó a tierra la red llena de peces grandes, ciento cincuenta y tres. Pero aunque había tantos, la red no se reventó. Jesús les dijo: “Vengan, desayúnense”. Ni uno de los discípulos tuvo el ánimo de inquirir de él: “Tú, ¿quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó y tomó el pan y se lo dio, y así mismo el pescado. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de haber sido levantado de entre los muertos. Pues bien, cuando se hubieron desayunado, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Le dijo: “Apacienta mis corderos”. De nuevo le dijo, por segunda vez: “Simón hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Le dijo: “Pastorea mis ovejitas”. Le dijo por tercera vez: “Simón hijo de Juan, ¿me tienes cariño?”. Pedro se contristó de que por tercera vez le dijera: “¿Me tienes cariño?”. De modo que le dijo: “Señor, tú sabes todas las cosas; tú bien sabes que te tengo cariño”. Le dijo Jesús: “Apacienta mis ovejitas. Muy verdaderamente te digo: Cuando eras más joven, tú mismo te ceñías y andabas por donde querías. Pero cuando envejezcas extenderás las manos y otro te ceñirá y te cargará a donde no desees”. Esto lo dijo para significar con qué clase de muerte glorificaría a Dios. Entonces, cuando hubo dicho esto, le dijo: “Continúa siguiéndome”. Volviéndose, Pedro vio al discípulo a quien Jesús amaba, que venía siguiendo, el que en la cena también se había recostado sobre su pecho y dicho: “Señor, ¿quién es el que te traiciona?”. Por eso, cuando alcanzó a verlo, Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¿qué [hará] este?”. Jesús le dijo: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso? Tú continúa siguiéndome”. Por consiguiente, entre los hermanos salió este dicho: que aquel discípulo no moriría. Sin embargo, Jesús no le dijo que no moriría, sino: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?”. Este es el discípulo que da testimonio acerca de estas cosas y que escribió estas cosas, y sabemos que el testimonio que él da es verdadero. Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran  » (Juan 21:1-25).

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– El relato de la ascención de Jesucristo resucitado:

« Sin embargo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús les había ordenado, y cuando lo vieron, le rindieron homenaje; pero algunos dudaron. Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” » (Mateo 28:16-20).

« Mas los condujo fuera, hasta Betania, y alzó las manos y los bendijo. Mientras los bendecía, fue separado de ellos y comenzó a ser llevado arriba al cielo. Y ellos le rindieron homenaje y regresaron a Jerusalén con gran gozo. Y estaban de continuo en el templo bendiciendo a Dios » (Lucas 24:50-53).

« Pues bien, cuando se hubieron congregado, se pusieron a preguntarle: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?”. Les dijo: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción; pero recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea, y en Samaria, y hasta la parte más distante de la tierra”. Y después que hubo dicho estas cosas, estando ellos mirando, fue elevado, y una nube se lo llevó de la vista de ellos. Y estando ellos mirando con fijeza al cielo mientras él se iba, también, ¡mira!, dos varones con prendas de vestir blancas estuvieron de pie al lado de ellos, y dijeron: “Varones de Galilea, ¿por qué están de pie mirando al cielo? Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba al cielo, vendrá así de la misma manera como lo han contemplado irse al cielo” » (Hechos 1:6-11).

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– Jesucristo glorificado aparece a Saulo de Tarso (que más tarde se llamará el apóstol Pablo), queda cegado durante tres días. Luego, le aparece a un discípulo llamado Ananías para bautizar a Saulo:

« Pero Saulo, respirando todavía amenaza y asesinato contra los discípulos del Señor, fue al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que pudiera traer atados a Jerusalén a cualesquiera que hallara que pertenecieran al Camino, tanto a varones como a mujeres. Ahora bien, al ir viajando se acercó a Damasco, cuando de repente una luz del cielo fulguró alrededor de él, y él cayó a tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?”. Dijo él: “¿Quién eres, Señor?”. Él dijo: “Soy Jesús, a quien estás persiguiendo. 6 Sin embargo, levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que tienes que hacer”. Ahora bien, los varones que viajaban con él estaban parados sin poder hablar, oyendo, en realidad, el sonido de una voz, pero sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no veía nada. De modo que lo llevaron de la mano y lo condujeron a Damasco. Y por tres días no vio nada, y ni comió ni bebió. Había en Damasco cierto discípulo de nombre Ananías, y el Señor le dijo en una visión: “¡Ananías!”. Él dijo: “Aquí estoy, Señor”. El Señor le dijo: “Levántate, ve a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un hombre cuyo nombre es Saulo, de Tarso. Porque, ¡mira!, está orando, y en una visión ha visto que un varón por nombre Ananías entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista”. Pero Ananías contestó: “Señor, he oído de muchos acerca de este varón, cuántas cosas perjudiciales hizo a tus santos en Jerusalén. Y aquí tiene autoridad de parte de los sacerdotes principales para poner en cadenas a todos los que invocan tu nombre”. Pero el Señor le dijo: “Ponte en camino, porque este hombre me es un vaso escogido para llevar mi nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel. Porque le mostraré claramente cuántas cosas tendrá que sufrir por mi nombre” » (Hechos 9:1-16).

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– La visión del apóstol Juan, de Jesucristo glorificado, entonces muy avanzado en edad, en el principio de la narrativa del libro del Apocalipsis: están en el Santo del Templo Santuario espiritual:

 » Yo Juan, hermano de ustedes y partícipe con ustedes en la tribulación y reino y aguante en compañía con Jesús, llegué a estar en la isla que se llama Patmos por hablar acerca de Dios y por dar testimonio de Jesús. Por inspiración llegué a estar en el día del Señor, y oí detrás de mí una voz poderosa como la de una trompeta, que decía: “Lo que ves, escríbelo en un rollo y envíalo a las siete congregaciones, en Éfeso y en Esmirna y en Pérgamo y en Tiatira y en Sardis y en Filadelfia y en Laodicea”. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, habiéndome vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros a alguien semejante a un hijo de hombre, vestido de una prenda de vestir que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con un cinturón de oro. Además, su cabeza y su cabello eran blancos como lana blanca, como nieve, y sus ojos como una llama de fuego; y sus pies eran semejantes al cobre fino cuando fulgura en el horno; y su voz era como el sonido de muchas aguas. Y en su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada larga de dos filos, y su semblante era como el sol cuando resplandece en su poder. Y cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su mano derecha sobre mí y dijo: “No tengas temor. Yo soy el Primero y el Último, y el viviente; y llegué a estar muerto, pero, ¡mira!, vivo para siempre jamás, y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Por lo tanto, escribe las cosas que viste, y las cosas que son y las cosas que se efectuarán después de estas. En cuanto al secreto sagrado de las siete estrellas que viste sobre mi mano derecha, y de los siete candelabros de oro: Las siete estrellas significan [los] ángeles de las siete congregaciones, y los siete candelabros significan siete congregaciones » (Apocalipsis 1:9-20).

Aquella visión que tuvo el apóstol Juan, que en aquel entonces podría tener entre 90 y 100 años (96 Era Común), parece corresponder a la predicción de Jesucristo resucitado, que hizo al apóstol Pedro, acerca de Juan, a saber, ver a Jesús glorificado, en su regreso (Juan 21 la parte de la conversación entre Jesús y Pedro).

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– La visión del apóstol Juan de Jesucristo glorificado, en la narrativa del Libro del Apocalipsis, como jinete que sale contra las naciones con una espada afilada:

« Y vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a una de las cuatro criaturas vivientes decir con voz como de trueno: “¡Ven!”. Y vi, y, ¡miren!, un caballo blanco; y el que iba sentado sobre él tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo y para completar su victoria » (Apocalipsis 6:1,2).

« Y vi el cielo abierto, y, ¡miren!, un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y se ocupa en guerrear con justicia. Sus ojos son una llama de fuego, y sobre su cabeza hay muchas diademas. Tiene un nombre escrito que nadie conoce sino él mismo, y está vestido de una prenda de vestir exterior rociada de sangre, y el nombre con que se le llama es La Palabra de Dios. 14 También, los ejércitos que estaban en el cielo le seguían en caballos blancos, y estaban vestidos de lino fino, blanco y limpio. Y de su boca sale una aguda espada larga, para que hiera con ella a las naciones, y las pastoreará con vara de hierro. Pisa también el lagar de vino de la cólera de la ira de Dios el Todopoderoso. Y sobre su prenda de vestir exterior, aun sobre su muslo, tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores » (Apocalipsis 19:11-16).

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– Las visiones del Apocalipsis, acerca de Jesucristo glorificado como Rey y Sumo Sacerdote, deben hacernos pensar. Jesucristo ya no es un niño inofensivo en un pesebre. Jesucristo ya no es la representación de un hombre sacrificado y muerto, clavado de manos y pies con el costado atravesado por una lanza. Jesucristo es actualmente Rey y Sumo Sacerdote que tiene derecho de vida y muerte sobre cada uno de nosotros, los vivos, pero también sobre los muertos que serán resucitados. El Jesucristo resucitado (Yehoshuah Mashiah) dijo poco antes de su ascensión que su Padre Jehová Dios (YHWH Elohim) le había dado toda autoridad (Mateo 28:19,20). Además, aquí hay dos pasajes bíblicos que ilustrarán este punto de enseñanza importante, permitiéndonos ver en Jesucristo a un Rey ahora en el cargo, ambos benévolos, pero también temible (o reverencialmente temible):

« No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’. Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero » (Mateo 7:21-23).

« Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. Y todas las naciones serán reunidas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.

”Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque me dio hambre, y ustedes me dieron de comer; me dio sed, y me dieron de beber. Fui extraño, y me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, y me vistieron. Enfermé, y me cuidaron. Estuve en prisión, y vinieron a mí’. Entonces los justos le contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed, y te dimos de beber?¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo, y te vestimos?¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión, y fuimos a ti?’. Y en respuesta el rey les dirá: ‘En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron’.

”Entonces dirá, a su vez, a los de su izquierda: ‘Váyanse de mí, ustedes que han sido maldecidos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque me dio hambre, pero ustedes no me dieron de comer, y me dio sed, pero no me dieron de beber. Fui extraño, pero no me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, pero no me vistieron; enfermo y en prisión, pero no me cuidaron’. Entonces ellos también contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o extraño, o desnudo, o enfermo, o en prisión, y no te ministramos?’. Entonces les contestará con las palabras: ‘En verdad les digo: Al grado que no lo hicieron a uno de estos más pequeños, no me lo hicieron a mí’. Y estos partirán al cortamiento eterno, pero los justos a la vida eterna » (Mateo 25:31-46; ver también Salmo 2 y Apocalipsis capítulos 1-3).

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La esperanza de la vida eterna

El relato de los milagros de Jesucristo para fortalecer la fe en la esperanza de la vida eterna…

El significado de las resurrecciones realizadas por Jesucristo (Juan 11:30-44)

Los relatos de las resurrecciones hechas por Jesús consuelan a quienes tienen fe en esta esperanza…

La resurrección terrestre de los justos que no serán juzgados (Juan 5:28, 29)

Los justos resucitados no serán juzgados o escudriñados, sino que obtendrán una resurrección de vida eterna…

La resurrección terrestre de los injustos que serán juzgados (Juan 5:28, 29)

Los resucitados injustos serán juzgados o escudriñados antes de tener la posibilidad de obtener la vida eterna…

La resurrección celestial de los 144.000 (Apocalipsis 14:1-3)

Muchos vivirán en el paraíso, pero pocos irán al cielo, en presencia de Cristo y de su Padre Celestial…

Las fiestas de las cosechas – Prefiguración de las diferentes resurrecciones (Colosenses 1:1-3; 2:17)

Las fiestas de las cosechas se entienden proféticamente como siendo las diferentes resurrecciones…

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