
Introducción
En la Biblia, existen relatos históricos de más de dos mujeres valientes. Sin embargo, el relato de aquellas dos mujeres es particularmente inusual porque no eran israelitas, sino que una era cananea y la otra moabita. Lo más sorprendente es que estas dos mujeres formaban parte del árbol genealógico que condujo al rey David y, posteriormente, a Jesucristo. Estos dos relatos históricos ilustran a la perfección lo que el apóstol Pedro dijo poco antes del bautismo de Cornelio, un centurión romano no judío: « Ante aquello, Pedro abrió la boca y dijo: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto » » (Hechos 10:34,35).
Meditación en el libro de Rut
El período histórico del libro de Rut se sitúa al comienzo del período de los jueces en Israel, es decir, hacia fines del siglo X (A.E.C.) (antes era común) (ver el libro bíblico de los Jueces). Este libro bíblico contiene un relato histórico muy conmovedor basado en una parte dramática de la vida de Rut, una viuda de uno de los dos hijos de Noemí, que murieron prematuramente (Orpá era su segunda nuera, viuda del segundo hijo fallecido). Noemí también era viuda de Elimélec. El capítulo 1, resume muy bien el marco histórico del relato que tendrá una conclusión muy feliz. Esta meditación sacará a la luz las cualidades de Noemí, Rut y Boaz. En cuanto a Rut, la cualidad que sobresale, es su lealtad a Noemí cuando la situación parecía particularmente oscura para aquellas dos mujeres. Obviamente, podemos mencionar el apego de Rut al Dios verdadero, Jehová. Esta reflexión también mostrará que este libro no solo tiene un valor anecdótico, sino también en relación con la futura llegada del Mesías (en el momento del relato), en su aspecto cronológico. De hecho, Elimélec y Noemí eran de Belén Efrata de Judá, mencionado en la profecía relacionada con el lugar de nacimiento del niño Jesús, en Miqueas 5:2.
Capítulo 1
“Ahora bien, aconteció en los días en que los jueces administraban justicia que surgió un hambre en el país, y un hombre procedió a ir de Belén de Judá a residir como forastero en los campos de Moab, él con su esposa y sus dos hijos. 2 Y el nombre del hombre era Elimélec, y el nombre de su esposa Noemí, y los nombres de sus dos hijos eran Mahlón y Kilión, efrateos de Belén de Judá. Por fin estos llegaron a los campos de Moab y continuaron allí.
3 Andando el tiempo, murió Elimélec el esposo de Noemí, de manera que ella quedó con sus dos hijos. 4 Más tarde los hombres tomaron para sí esposas, mujeres moabitas. El nombre de una era Orpá, y Rut el nombre de la otra. Y siguieron morando allá por unos diez años. 5 Con el tiempo, ellos dos, Mahlón y Kilión, también murieron, de modo que la mujer quedó sin sus dos hijos y sin su esposo. 6 Y procedió a levantarse con sus nueras y a volver de los campos de Moab, porque en el campo de Moab había oído que Jehová había dirigido su atención a su pueblo y le había dado pan.
7 Y emprendió su salida del lugar donde había continuado, y sus dos nueras estaban con ella, y siguieron andando en el camino para volver a la tierra de Judá. 8 Por fin Noemí dijo a sus dos nueras: “Anden, vuélvanse, cada una a la casa de su madre. Que Jehová ejerza bondad amorosa para con ustedes, así como ustedes la han ejercido para con los hombres ya muertos y para conmigo. 9 Que Jehová les haga una dádiva, y de veras hallen un lugar de descanso, cada cual en la casa de su esposo”. Entonces las besó, y ellas se pusieron a alzar la voz y llorar. 10 Y siguieron diciéndole: “No, sino que contigo volveremos a tu pueblo”. 11 Pero Noemí dijo: “Vuélvanse, hijas mías. ¿Por qué deben ir conmigo? ¿Tengo yo todavía hijos en mis entrañas, y tendrán ellos que llegar a ser sus esposos? 12 Vuélvanse, hijas mías, anden, porque yo me he hecho demasiado vieja para llegar a pertenecer a un esposo. Si hubiera dicho que tuviera esperanza también de que en realidad hubiera de llegar a ser de un esposo esta noche y que también ciertamente hubiera de dar a luz hijos, 13 ¿se quedarían ustedes esperándolos hasta que pudieran crecer? ¿Se mantendrían ustedes recluidas por ellos para no llegar a ser de un esposo? No, hijas mías, porque a causa de ustedes me es muy amargo el que la mano de Jehová haya salido contra mí”.
14 Ante eso, ellas alzaron la voz y lloraron de nuevo, después de lo cual Orpá besó a su suegra. En cuanto a Rut, se adhirió a ella. 15 Así que ella dijo: “¡Mira! Tu concuñada enviudada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con tu concuñada enviudada”.
16 Y Rut procedió a decir: “No me instes con ruegos a que te abandone, a que me vuelva de acompañarte; porque a donde tú vayas yo iré, y donde tú pases la noche yo pasaré la noche. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 17 Donde mueras tú, yo moriré, y allí es donde seré enterrada. Que Jehová me haga así y añada a ello si cosa alguna aparte de la muerte hiciera una separación entre tú y yo”.
18 Cuando ella llegó a ver que persistía en ir con ella, entonces dejó de hablarle. 19 Y ambas siguieron adelante hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que, en cuanto llegaron a Belén, toda la ciudad se conmovió a causa de ellas, y las mujeres seguían diciendo: “¿Es esta Noemí?”. 20 Y ella decía a las mujeres: “No me llamen Noemí. Llámenme Mará, porque el Todopoderoso me ha hecho muy amarga [la situación]. 21 Estaba llena cuando me fui, y con las manos vacías Jehová me ha hecho volver. ¿Por qué deben llamarme Noemí, cuando es Jehová quien me ha humillado, y el Todopoderoso quien me ha causado calamidad?”.
22 Así efectuó Noemí su regreso, y Rut la moabita, su nuera, estaba con ella cuando volvió de los campos de Moab; y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada”.
No es necesario volver al marco histórico del libro bien descrito en la introducción. La situación era particularmente dramática para aquellas tres mujeres, Noemí, Rut y Orpá. Mientras Noemí tomó la decisión de regresar al país, es decir a Belén de Judá, Rut y Orpá decidieron acompañarla. No hay duda de que tanto Rut, como Orpá, estaban muy apegadas a Noemí. Mientras ella había decidido volver a su tierra, aquellas dos mujeres jóvenes hubieran podido, desde el principio, decirle que se quedarían, permaneciendo en su país de origen para poder volver a casarse.
Durante el regreso al país, probablemente al comienzo del viaje, Noemí tenía una sensación molesta y aflictiva en cuanto a la situación. De hecho, pensaba en el futuro de aquellas dos mujeres jóvenes y en el hecho de que la acompañaran en su dramática situación. Esto es lo que les dijo: « Por fin Noemí dijo a sus dos nueras: “Anden, vuélvanse, cada una a la casa de su madre. Que Jehová ejerza bondad amorosa para con ustedes, así como ustedes la han ejercido para con los hombres ya muertos y para conmigo. Que Jehová les haga una dádiva, y de veras hallen un lugar de descanso, cada cual en la casa de su esposo”. Entonces las besó, y ellas se pusieron a alzar la voz y llorar” (versículos 8 y 9). Noemí les pidió a Rut y a Orpá que la dejaran, agregando una bendición para las dos mujeres jóvenes. Al principio, se negaron categóricamente: « Entonces las besó, y ellas se pusieron a alzar la voz y llorar. Y siguieron diciéndole: “No, sino que contigo volveremos a tu pueblo” » (versículo 10). Noemí no quería imponerles un futuro triste a su lado, como viuda, sin hijos y sin la posibilidad de tener descendencias.
Es por eso que, con toda sinceridad y tal vez con mayor insistencia, hasta con firmeza, con argumentos que mostraban que su situación era desesperada, siguió diciéndoles marcharse y dejarla regresar sola al país: « Pero Noemí dijo: “Vuélvanse, hijas mías. ¿Por qué deben ir conmigo? ¿Tengo yo todavía hijos en mis entrañas, y tendrán ellos que llegar a ser sus esposos? Vuélvanse, hijas mías, anden, porque yo me he hecho demasiado vieja para llegar a pertenecer a un esposo. Si hubiera dicho que tuviera esperanza también de que en realidad hubiera de llegar a ser de un esposo esta noche y que también ciertamente hubiera de dar a luz hijos, ¿se quedarían ustedes esperándolos hasta que pudieran crecer? ¿Se mantendrían ustedes recluidas por ellos para no llegar a ser de un esposo? No, hijas mías, porque a causa de ustedes me es muy amargo el que la mano de Jehová haya salido contra mí” » (versículos 11-13).
Noemí se preocupaba sinceramente por el futuro de aquellas dos mujeres jóvenes que todavía tenían toda una vida frente a ella. No quería estropear su futuro con una vida triste a su lado. Finalmente, Orpá tuvo en cuenta los argumentos de Noemí, volvió a la tierra de Moab (versículo 14). Pero Rut insistió pesadamente en quedarse con Noemí al aceptar de asumir todas las circunstancias desfavorables de su decisión de acompañarla en su desgracia: « Así que ella dijo: “¡Mira! Tu concuñada enviudada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con tu concuñada enviudada”” (versículo 15). Noemí insistió en una tercera vez, quizás sugiriéndole que fuera « razonable » y que hiciera como su concuñada, regresando a un país de su misma cultura y con un dios conforme a su tradición. Sin embargo, Rut persistió en su decisión de irse con su suegra: « Y Rut procedió a decir: “No me instes con ruegos a que te abandone, a que me vuelva de acompañarte; porque a donde tú vayas yo iré, y donde tú pases la noche yo pasaré la noche. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde mueras tú, yo moriré, y allí es donde seré enterrada. Que Jehová me haga así y añada a ello si cosa alguna aparte de la muerte hiciera una separación entre tú y yo” » (versículos 16,17). En el versículo 18, está escrito que Rut persistió. Uno puede imaginar que Noemí no respondió a Rut y giró los talones para andar con un paso firme, mientras que Rut la seguía detrás con determinación…
Es un buen ejemplo de lealtad en las tribulaciones de la vida… Rut ilustró de una manera hermosa que la lealtad no sobresale cuando las cosas van bien, sino cuando todo parece ir mal… Rut permaneció fielmente con su suegra viuda que no parecía tener un futuro feliz por delante… Jesucristo dirá lo mismo, más tarde, sobre el amor verdadero, que también sobresale y se ve particularmente en circunstancias desfavorables de la vida (Mateo 5:43-48 “amar a sus enemigos”). La continuación del relato parece indicar que Elimélec, el esposo fallecido de Noemí, era un hombre prominente en Belén de Judá, hasta el punto de que cuando su viuda y Rut, llegaron a Belén, está escrito que « toda la ciudad se conmovió a causa de ellas » (Versículo 19).
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En el Capítulo 2, se entiende que Boaz era un hombre eminente y rico, un terrateniente de la familia de Elimélec. Va a ser la clave para el final feliz para Noemí y Rut:
Capítulo 2
“Ahora bien, Noemí tenía un pariente de su esposo, un hombre poderoso en riquezas, de la familia de Elimélec, y su nombre era Boaz.
2 Con el tiempo Rut la moabita dijo a Noemí: “Por favor, déjame ir al campo y rebuscar entre las espigas, siguiendo detrás de cualquiera a cuyos ojos halle favor”. De modo que ella le dijo: “Ve, hija mía”. 3 Ante eso, ella se fue, y entró y se puso a espigar en el campo detrás de los segadores. Así, por casualidad, llegó a dar en la porción del campo que pertenecía a Boaz, que era de la familia de Elimélec. 4 Y, ¡mire!, Boaz vino de Belén y procedió a decir a los segadores: “Jehová esté con ustedes”. A su vez, ellos le decían: “Jehová te bendiga”.
5 Posteriormente, Boaz dijo al joven que estaba puesto sobre los segadores: “¿A quién pertenece esta joven?”. 6 De modo que el joven puesto sobre los segadores contestó y dijo: “La joven es una moabita, que volvió con Noemí del campo de Moab. 7 Entonces dijo: ‘Déjame espigar, por favor, y ciertamente recogeré entre las espigas cortadas detrás de los segadores’. De modo que entró y ha estado de pie desde aquel momento de la mañana hasta precisamente ahora que se sentó un ratito en la casa”.
8 Más tarde Boaz dijo a Rut: “¿Has oído, no es verdad, hija mía? No te vayas a espigar en otro campo, y tampoco debes pasar de este lugar, y así debes mantenerte cerca de las jóvenes mías. 9 Estén tus ojos en el campo que ellas sieguen, y tienes que ir con ellas. ¿No he mandado yo a los jóvenes que no te toquen? Cuando tengas sed, entonces tienes que ir a las vasijas y beber de lo que saquen los jóvenes”.
10 Ante eso, ella cayó sobre su rostro y se inclinó a tierra y le dijo: “¿A qué se debe que yo haya hallado favor a tus ojos de modo que te fijes en mí, cuando soy extranjera?”. 11 Entonces Boaz contestó y le dijo: “Se me hizo un informe completo de todo lo que has hecho a tu suegra después de la muerte de tu esposo, y cómo procediste a dejar a tu padre y tu madre y la tierra de tu parentela y a ir a un pueblo que no habías conocido anteriormente. 12 Que Jehová recompense tu manera de obrar, y que llegue a haber para ti un salario perfecto procedente de Jehová el Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a buscar refugio”. 13 A esto ella dijo: “Halle yo favor a tus ojos, señor mío, porque me has consolado y porque has hablado de modo tranquilizador a tu sierva, aunque yo misma no sea como una de tus siervas”.
14 Y Boaz procedió a decirle a la hora de comer: “Acércate acá, y tienes que comer parte del pan y mojar tu pedazo en el vinagre”. De modo que ella se sentó al lado de los segadores, y él le brindaba grano tostado y ella comía, de modo que quedó satisfecha y aún le sobró algo. 15 Entonces se levantó para espigar. Boaz ahora mandó a sus jóvenes, y dijo: “Déjenla espigar también entre las espigas cortadas, y no deben molestarla. 16 Y también deben estar seguros de sacarle algunas espigas de los manojos, y tienen que dejarlas atrás para que ella las espigue, y no deben reprenderla”.
17 Y ella continuó espigando en el campo hasta el atardecer, después de lo cual batió lo que había espigado, y esto llegó a ser como un efá de cebada. 18 Entonces lo alzó y se fue a la ciudad, y su suegra llegó a ver lo que había espigado. Después de eso ella sacó la comida que le había sobrado cuando se había satisfecho, y se la dio.
19 Su suegra ahora le dijo: “¿Dónde espigaste hoy, y dónde trabajaste? Llegue a ser bendito el que se fijó en ti”. De modo que ella informó a su suegra con quién había trabajado; y pasó a decir: “El nombre del hombre con quien trabajé hoy es Boaz”. 20 Ante eso, Noemí dijo a su nuera: “Bendito sea él de Jehová, que no ha abandonado su bondad amorosa para con los vivos y los muertos”. Y Noemí le dijo además: “El hombre es pariente nuestro. Es uno de nuestros recompradores”. 21 Entonces dijo Rut la moabita: “También me dijo él: ‘Cerca de las personas jóvenes que son mías es donde debes quedarte hasta que hayan acabado toda la siega que tengo’”. 22 Por lo tanto Noemí dijo a Rut su nuera: “Mejor es, hija mía, que salgas con las jóvenes de él, para que no te causen incomodidad en otro campo”.
23 Y ella continuó quedándose cerca de las jóvenes de Boaz para espigar hasta que se acabó la siega de la cebada y la siega del trigo. Y siguió morando con su suegra”.
Hay varias informaciones que se examinarán en el orden del relato del capítulo 2. La práctica de espigar o de rebuscar, era una disposición misericordiosa de la ley mosaica hacia los pobres: « Y cuando ustedes sieguen la mies de su tierra, no debes segar las orillas de tu campo completamente, y no debes recoger la rebusca de tu siega. Además, no debes juntar los sobrantes de tu viña, y no debes recoger las uvas esparcidas de tu viña. Para el afligido y el residente forastero los debes dejar. Yo soy Jehová el Dios de ustedes » (Levítico 19:9,10). « En caso de que siegues tu mies en tu campo, y se te haya olvidado una gavilla en el campo, no debes volverte atrás para conseguirla. Debe quedar para el residente forastero, para el huérfano de padre y para la viuda; a fin de que Jehová tu Dios te bendiga en todo hecho de tu mano. En caso de que apalees tu olivo, no debes recorrer sus ramas, en rebusca tras de ti. Debe quedar para el residente forastero, para el huérfano de padre y para la viuda. En caso de que vendimies tu viña, no debes recoger los sobrantes, en rebusca tras de ti. Estos deben quedar para el residente forastero, para el huérfano de padre y para la viuda. Y tienes que recordar que llegaste a ser esclavo en la tierra de Egipto. Por eso te estoy mandando hacer esta cosa » (Deuteronomio 24:19-22).
En el versículo 3, está escrito que Rut se fue a espigar « por casualidad » en el campo de Boaz. Es probable que aquella « casualidad » fuera, de hecho, la providencia divina, o la mano de Jehová Dios que la guió en este campo para espigar, según Noemí (versículo 20). El versículo 4 muestra que Boaz era un hombre piadoso, es decir apegado a Dios: « Y, ¡mire!, Boaz vino de Belén y procedió a decir a los segadores: “Jehová esté con ustedes”. A su vez, ellos le decían: “Jehová te bendiga” ». En el versículo 5, notamos que tan pronto como llegó, su atención se centró en la joven Rut. Quizás la presencia de esta joven, con una apariencia delicada, entre los cosechadores, parecía inusual, porque la cosecha de la cebada y del trigo era (y es) una tarea que requiere mucho aguante, bajo el sol.
El relato revela otra cualidad de Boaz, la bondad y la benevolencia (versículos 8 y 9). En el versículo 8, Boaz se dirigió a Rut llamándola « hija mía », lo que muestra que no solo Rut era una mujer joven, sino también que Boaz era un hombre maduro (compare con el versículo 2). Podemos notar la humildad y el agradecimiento de Rut hacia Boaz (versículo 10). Boaz le explicó a Rut que su buena reputación había alcanzado sus oídos, su comportamiento bondadoso hacia su suegra Noemí (versículos 11,12). La bendición de Boaz escrita en el versículo 12 es muy bonita: « Que Jehová recompense tu manera de obrar, y que llegue a haber para ti un salario perfecto procedente de Jehová el Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a buscar refugio ». Rut era realmente una mujer muy valiente. Después de respigar la cebada hasta el final del día, la golpeaba para recoger el grano en un saco de unos veinte kilos que llevaba, luego, a casa de Noemí (versículo 17). Este trabajo agotador duró varias semanas, incluso varios meses (versículo 23).
En el versículo 20, está escrito que Noemí informó a Rut que Boaz era uno de sus « recompradores ». Esta es otra disposición misericordiosa de la ley mosaica hacia un fallecido que moría sin haber dejado una descendencia, lo que de hecho interrumpía para siempre su línea familiar. Era la ley del matrimonio de levirato o matrimonio de cuñado: « En caso de que unos hermanos moren juntos y uno de ellos haya muerto sin tener hijo, la esposa del muerto no debe llegar a ser de un hombre extraño afuera. Su cuñado debe ir a ella, y tiene que tomarla por esposa y realizar con ella el matrimonio de cuñado. Y tiene que suceder que el primogénito que ella dé a luz debe suceder al nombre de su hermano muerto, para que el nombre de este no sea borrado de Israel » (Deuteronomio 25:5,6). Elimélec y sus dos hijos murieron sin dejar una descendencia, de modo que su linaje iba a desaparecer definitivamente. La disposición misericordiosa hacia la memoria del muerto, era el matrimonio de levirato que permitía, por medio del primogénito de este matrimonio, que el nombre del fallecido siguiera como descendencia suya, junta con su herencia. Por lo tanto, por medio de aquel « recomprador », la línea y el nombre de Elimélec podrían continuar con una descendencia. Boaz, por providencia divina, era uno de aquellos recompradores.
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Es obvio que la luz de una hermosa esperanza empezó a brillar en el corazón de Noemí. No pasó mucho tiempo para que aquella mujer sabia hiciera los arreglos para beneficiarse de aquella ley divina misericordiosa.
Capítulo 3
Noemí su suegra ahora le dijo: “Hija mía, ¿no debo buscarte lugar de descanso, para que te vaya bien? 2 Y ahora pues, ¿no es pariente nuestro Boaz, con cuyas jóvenes has continuado? ¡Mira! Esta noche él va a aventar cebada en la era. 3 Y tienes que lavarte y untarte aceite y ponerte encima tus mantos y bajar a la era. No te des a conocer al hombre hasta que haya acabado de comer y beber. 4 Y debe suceder que cuando él se acueste, entonces tienes que fijarte en el lugar donde se acuesta; y tienes que ir y descubrirle por los pies y acostarte; y él, por su parte, te informará lo que debas hacer”.
5 Ante eso, ella le dijo: “Todo lo que me dices lo haré”. 6 Y procedió a bajar a la era y a hacer conforme a todo lo que le había mandado su suegra. 7 Entretanto, Boaz comió y bebió, y su corazón se sentía bien. Entonces fue a acostarse al extremo del montón de grano. Después de aquello, ella entró furtivamente y le descubrió por los pies y se acostó. 8 Y a medianoche aconteció que el hombre empezó a temblar. De modo que se inclinó hacia delante, y, ¡mire!, ¡una mujer acostada a sus pies! 9 Entonces dijo él: “¿Quién eres?”. A su vez, ella dijo: “Soy Rut tu esclava, y tienes que extender tu falda sobre tu esclava, porque tú eres un recomprador”. 10 Ante eso, él dijo: “Bendita seas de Jehová, hija mía. Has expresado tu bondad amorosa mejor en el último caso que en el primer caso, al no ir tras los jóvenes, fueran de condición humilde o ricos. 11 Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Todo lo que dices lo haré para ti, porque toda persona en la puerta de mi pueblo se da cuenta de que eres una mujer excelente. 12 Y ahora, aunque es un hecho que yo soy un recomprador, también hay un recomprador de parentesco más próximo que yo. 13 Alójate aquí esta noche, y por la mañana tiene que suceder que, si él quiere recomprarte, ¡excelente! Que se encargue de hacer la recompra. Pero si no se deleita en recomprarte, entonces yo ciertamente te recompraré, yo mismo, tan ciertamente como que Jehová vive. Quédate acostada hasta la mañana”.
14 Y ella se quedó acostada a los pies de él hasta la mañana, y entonces se levantó antes que cualquier persona pudiera reconocer a otra. Él ahora dijo: “No se sepa que vino una mujer a la era”. 15 Y pasó a decir: “Trae la capa que está sobre ti, y tenla abierta”. De modo que ella la tuvo abierta, y él procedió a medir seis medidas de cebada y a colocarla sobre ella, después de lo cual él se fue a la ciudad.
16 Y ella procedió a irse a donde su suegra, quien le dijo ahora: “¿Quién eres, hija mía?”. Por consiguiente, ella le refirió todo lo que el hombre le había hecho. 17 Y pasó a decir: “Estas seis medidas de cebada me dio, porque me dijo: ‘No vayas a tu suegra con las manos vacías’”. 18 Ante aquello, ella dijo: “Siéntate quieta, hija mía, hasta que sepas cómo haya de resultar el asunto, porque el hombre no tendrá descanso a menos que haya acabado con el asunto hoy”.
Después de que Rut le informara a Boaz de que era un posible recomprador, se conmovió mucho por la bondad de Rut, particularmente hacia Noemí y su esposo fallecido Elimélec, al aceptar un matrimonio de levirato con él. Boaz era consciente de que era mucho mayor que Rut, por eso le señaló que su bondad de corazón se manifestaba al aceptar también este matrimonio, en lugar de casarse con un joven de su edad (versículo 10). Sin embargo, podemos ver cuánto Boaz era un hombre con un corazón recto, un hombre muy noble. Informó a Rut que no era el pariente más cercano y que, por lo tanto, era su deber de notificar a la persona en cuestión, para informarle de su derecho como recomprador. Es solo en el caso de una negativa de aquel pariente más cercano, que podría casarse con Rut en el contexto de un matrimonio de levirato.
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Por la mañana, Boaz se apresuró a presentar el caso a aquel recomprador y pariente más cercano, llamado en el texto « Fulano ».
Capítulo 4
“En cuanto a Boaz, subió a la puerta y empezó a sentarse allí. Y, ¡mire!, iba pasando el recomprador, a quien Boaz había mencionado. Entonces él dijo: “Desvíate hacia acá, sí, anda, siéntate aquí, Fulano”. Por lo tanto este se desvió y se sentó. 2 Después de eso él tomó a diez hombres de los ancianos de la ciudad y dijo: “Siéntense aquí”. De modo que se sentaron.
3 Ahora él dijo al recomprador: “La porción del campo que pertenecía a nuestro hermano Elimélec la tiene que vender Noemí, que ha vuelto del campo de Moab. 4 Por mi parte, pensé que debiera revelártelo, diciendo: ‘Cómprala enfrente de los habitantes y los ancianos de mi pueblo. Si quieres recomprarla, recómprala; pero si no quieres recomprarla, infórmamelo, sí, para que yo lo sepa, porque no hay otro aparte de ti que haga la recompra, y yo vengo después de ti’”. A lo cual él dijo: “Yo seré el que la recompre”. 5 Entonces dijo Boaz: “El día que compres el campo de mano de Noemí, también es de Rut la moabita, la esposa del muerto, de quien tienes que comprarlo para hacer que el nombre del muerto se levante sobre su herencia”. 6 A esto el recomprador dijo: “No puedo recomprarlo para mí, por temor de que arruine mi propia herencia. Recómpratelo tú con mi derecho de recompra, porque yo no puedo hacer la recompra”.
7 Ahora bien, esta era la costumbre en otros tiempos en Israel respecto al derecho de recompra y respecto a los cambios, para ratificar toda suerte de cosa: Un hombre tenía que quitarse su sandalia y darla a su prójimo, y esta era la atestación en Israel. 8 Por eso, cuando el recomprador dijo a Boaz: “Cómpratelo”, procedió a quitarse su sandalia. 9 Entonces Boaz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: “Ustedes son testigos hoy de que en efecto compro de mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimélec y todo lo que pertenecía a Kilión y Mahlón. 10 Y también a Rut la moabita, la esposa de Mahlón, la compro para mí, sí, por esposa, para hacer que el nombre del muerto se levante sobre su herencia, y para que el nombre del muerto no sea cortado de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Ustedes son testigos hoy”.
11 Ante esto, toda la gente que se hallaba en la puerta, y los ancianos, dijeron: “¡Testigos! Conceda Jehová a la esposa que entra en tu casa ser como Raquel y como Lea, las cuales dos edificaron la casa de Israel; y tú, demuestra tu mérito en Efrata y cobra renombre en Belén. 12 Y llegue a ser tu casa como la casa de Pérez, que Tamar le dio a luz a Judá, de la prole que Jehová te dé de esta joven”.
13 Por consiguiente, Boaz tomó a Rut y ella llegó a ser su esposa, y él tuvo relaciones con ella. De modo que Jehová le concedió a ella concebir, y ella dio a luz un hijo. 14 Y las mujeres empezaron a decir a Noemí: “Bendito sea Jehová, que no ha dejado que te faltara hoy un recomprador; para que su nombre sea proclamado en Israel. 15 Y él ha venido a ser restaurador de tu alma y uno que nutre tu vejez, porque tu nuera, que de veras te ama, que te es mejor que siete hijos, lo ha dado a luz”. 16 Y Noemí procedió a tomar al niño y ponerlo en su seno, y llegó a servirle de nodriza. 17 Entonces las vecinas le dieron nombre, diciendo: “Le ha nacido un hijo a Noemí”. Y empezaron a llamarlo por nombre Obed. Él es el padre de Jesé, padre de David.
18 Ahora bien, estas son las generaciones de Pérez: Pérez llegó a ser padre de Hezrón; 19 y Hezrón llegó a ser padre de Ram; y Ram llegó a ser padre de Aminadab; 20 y Aminadab llegó a ser padre de Nahsón; y Nahsón llegó a ser padre de Salmón; 21 y Salmón llegó a ser padre de Boaz; y Boaz llegó a ser padre de Obed; 22 y Obed llegó a ser padre de Jesé; y Jesé llegó a ser padre de David”.
Al leer el relato, entendemos mejor el porqué la persona que se negó a casarse con Rut por temor de « arruinarse », se le llamara « Fulano ». La excusa de aquel hombre era lamentable. Además, para Jehová Dios, esta actitud era lo suficientemente vergonzosa como para permitir que la viuda despedida por un recomprador, le quitara una sandalia y le escupiera al rostro: « Ahora bien, si el hombre no se deleita en tomar la viuda de su hermano, la viuda de su hermano entonces tiene que subir a la puerta, a los ancianos, y decir: ‘El hermano de mi esposo ha rehusado conservar el nombre de su hermano en Israel. No ha consentido en ejecutar conmigo el matrimonio de cuñado’. Y los ancianos de su ciudad tienen que llamarlo y hablarle, y él tiene que estar de pie y decir: ‘No me he deleitado en tomarla’. Entonces la viuda de su hermano tiene que acercarse a él ante los ojos de los ancianos y quitarle la sandalia de su pie y escupirle en la cara y responder y decir: ‘De esa manera debe hacérsele al hombre que no quiere edificar la casa de su hermano’. Y se le tiene que llamar por nombre en Israel: ‘La casa de aquel a quien le fue quitada la sandalia’ » (Deuteronomio 25:7-10). Sin embargo, esto no es lo que Rut hizo, por la simple razón, que afortunadamente tenía un segundo recomprador, el hombre Boaz.
Es al final de este libro bíblico de Rut, que nos damos cuenta de que este relato histórico no solo tiene un valor anecdótico. Por lo tanto, el libro de Ruth explica el importante papel del matrimonio de levirato con respecto a la línea que conduciría al rey David y más tarde, al hombre Jesucristo (Mateo 1:1-16; Lucas 3:23-38). En Mateo 1:5, está escrito que la madre de Boaz era Rahab, la mujer valiente que salvó la vida de los dos espías en Jericó (Josué capítulo 2). Lógicamente, el contexto histórico de lo libro de Rut era poco después de la muerte de Josué, es decir, bajo la administración del juez Otniel, el sobrino de Caleb (Jueces 1:13). Es cierto que aquellas valientes y fieles mujeres del pasado, Rahab y Rut, no podían saber que Jehová Dios permitiría que la memoria de sus nombres cruzara los siglos por su lealtad hacia Dios y los hombres, apareciendo también en el linaje que conduciría a Cristo. Además, el nombre del libro bíblico de Rut aparece en las Escrituras canónicas de la Biblia. Es después su respectiva resurrección que sabrán cuanto Jehová habrá sido bueno para con la memoria de sus nombres, en virtud de su amor leal (Hechos 24:15).
El final feliz del relato del libro de Rut es un estímulo para aquellos que pasan por pruebas, como fue el caso de Noemí y Rut. Según escribió el discípulo Santiago, sobre el final feliz del fiel Job, puede aplicarse también a Noemí y Rut: « No exhalen suspiros unos contra otros, hermanos, para que no vayan a ser juzgados. ¡Miren! El Juez está de pie delante de las puertas. Hermanos, tomen por modelo de sufrir el mal y de ejercer paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová. ¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado. Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño, y misericordioso » (Santiago 5:9-11).
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Rahab, una mujer valiente
Al entrar en la tierra prometida, Josué, el sucesor de Moisés, envió dos espías a la ciudad de Jericho. Mientras fueron vistos por los soldados de la ciudad, fueron a esconderse en case de Rahab. Esto es lo que está escrito en el libro bíblico de Josué capítulo 2:
“Entonces Josué hijo de Nun envió secretamente desde Sitim dos hombres como espías, diciendo: “Vayan, den un vistazo a la tierra y a Jericó”. De modo que ellos fueron y llegaron a la casa de una prostituta cuyo nombre era Rahab, y procedieron a alojarse allí. 2 Con el tiempo se le dijo al rey de Jericó: “¡Mira! Hombres de los hijos de Israel han entrado aquí esta noche para explorar el país”. 3 Ante eso, el rey de Jericó mandó decir a Rahab: “Saca a los hombres que vinieron a ti, que han entrado en tu casa, porque han venido para explorar todo el país”.
4 Entretanto, la mujer tomó a los dos hombres y los ocultó. Y procedió a decir: “Sí, es cierto que los hombres vinieron a mí, y yo no sabía de dónde eran. 5 Y aconteció que, al tiempo de cerrar la puerta, al oscurecer, los hombres salieron. Simplemente no sé adónde se habrán ido los hombres. Corran tras ellos rápidamente, porque los alcanzarán”. 6 (Ella, sin embargo, los había llevado arriba al techo, y los mantuvo fuera de la vista entre tallos de lino puestos en filas para ella sobre el techo.) 7 Y los hombres corrieron tras ellos en dirección al Jordán, a los vados, y se cerró la puerta inmediatamente después que los que iban corriendo tras ellos hubieron salido.
8 En cuanto a estos, antes que pudieran acostarse, ella misma subió a donde ellos, en el techo. 9 Y pasó a decir a los hombres: “Yo de veras sé que Jehová ciertamente les dará el país, y que el terror a ustedes ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes del país han quedado desalentados a causa de ustedes. 10 Porque hemos oído cómo Jehová secó las aguas del mar Rojo de delante de ustedes cuando salieron de Egipto, y lo que ustedes hicieron a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a saber, Sehón y Og, a quienes dieron por entero a la destrucción. 11 Cuando llegamos a oírlo, entonces empezó a derretírsenos el corazón, y todavía no se ha levantado espíritu en persona alguna a causa de ustedes, porque Jehová su Dios es Dios en los cielos arriba y en la tierra abajo. 12 Y ahora, por favor, júrenme por Jehová que, porque yo he ejercido bondad amorosa para con ustedes, ustedes también ciertamente ejercerán bondad amorosa para con la casa de mi padre, y tienen que darme una señal fidedigna. 13 Y tienen que conservar vivos a mi padre y mi madre y mis hermanos y mis hermanas y a todos los que les pertenecen a ellos, y tienen que librar de la muerte nuestras almas”.
14 Por lo cual le dijeron los hombres: “¡Nuestras almas han de morir en lugar de ustedes! Si ustedes no informan acerca de este asunto nuestro, entonces tiene que suceder que cuando Jehová nos dé el país, entonces nosotros ciertamente ejerceremos bondad amorosa y confiabilidad para contigo”. 15 Después de eso, ella los hizo descender con una soga por la ventana, porque su casa estaba en un lado del muro, y era sobre el muro donde ella moraba. 16 Y procedió a decirles: “Vayan a la región montañosa, para que los que andan en perseguimiento no lleguen a dar con ustedes; y tienen que mantenerse escondidos allí tres días, hasta que los que andan en perseguimiento hayan vuelto, y después pueden ir por su propia dirección”.
17 A su vez, los hombres le dijeron: “Estamos libres de culpa respecto a este juramento que nos has hecho jurar. 18 ¡Mira! Vamos a entrar en el país. Este cordón de hilo escarlata lo debes atar en la ventana por la cual nos has hecho descender, y debes reunir contigo dentro de la casa a tu padre y tu madre y tus hermanos y a toda la casa de tu padre. 19 Y tiene que suceder que si alguien sale de las puertas de tu casa al descubierto, su sangre estará sobre su propia cabeza, y nosotros estaremos libres de culpa; y en cuanto a todo el que continúe contigo en la casa, su sangre estará sobre nuestra cabeza si sobre él viniera mano alguna. 20 Y si informaras acerca de este asunto nuestro, entonces nosotros habremos quedado libres de culpa respecto a este juramento tuyo que nos has hecho jurar”. 21 A lo cual ella dijo: “Conforme a sus palabras, así sea”.
Con eso los despachó, y ellos se fueron por su camino. Después ella ató el cordón escarlata en la ventana. 22 De modo que ellos fueron y llegaron a la región montañosa y siguieron morando allí tres días, hasta que los perseguidores hubieron vuelto. Ahora bien, los perseguidores fueron buscándolos en todo camino, y no los hallaron. 23 Y los dos hombres procedieron a descender de nuevo de la región montañosa y a cruzar y llegar a Josué hijo de Nun, y empezaron a contarle todas las cosas que les habían sucedido. 24 Y pasaron a decir a Josué: “Jehová ha dado toda la tierra en nuestra mano. Por consiguiente, todos los habitantes de la tierra también se han desalentado a causa de nosotros””.
En Josué capítulo 6:22-25, está escrito que Rahab y su familia fueron salvados por haber sido valiente al esconder los dos espías: “Y a los dos hombres que habían servido de espías en el país, Josué dijo: “Entren en la casa de la mujer, la prostituta, y saquen de allí a la mujer y a todos los que le pertenezcan, tal como se lo han jurado”. De modo que los jóvenes que habían hecho la obra de espiar entraron y sacaron a Rahab y a su padre y su madre y sus hermanos y a todos los que le pertenecían, sí, a toda su parentela la sacaron; y procedieron a ponerlos fuera del campamento de Israel. Y quemaron la ciudad con fuego, y todo lo que en ella había. Solo la plata y el oro y los objetos de cobre y hierro los dieron al tesoro de la casa de Jehová. Y a Rahab la prostituta y a la casa de su padre y a todos los que le pertenecían los conservó vivos Josué; y ella mora en medio de Israel hasta el día de hoy, porque escondió a los mensajeros que Josué envió para espiar a Jericó”.
El apóstol Pablo citó el ejemplo de fe de Rahab, en la carta a los Hebreos, capítulo 11: « Por fe los muros de Jericó cayeron después de haber sido rodeados por siete días. Por fe Rahab la ramera no pereció con los que obraron desobedientemente, porque recibió a los espías de manera pacífica » (Hebreos 11:30,31). Más tarde, Rahab, será la madre de Boaz, quien se casará con Rute (un libro bíblico lleva su nombre, el libro de Rute; Mateo 1:5).
El discípulo Santiago citó el ejemplo de Rahab para ilustrar la idea de que la fe debe tener obras para que seamos declarados justos por Dios: « Ustedes ven que el hombre ha de ser declarado justo por obras, y no por fe solamente. De la misma manera, también, Rahab la ramera, ¿no fue declarada justa por obras, después que hubo recibido hospitalariamente a los mensajeros y los hubo enviado por otro camino? En verdad, como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta » (Santiago 2:24-26).
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¿Por qué Dios ha permitido el sufrimiento y la maldad?
La Lectura y la Comprensión de la Biblia (Salmo 1:2, 3)
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