Meditación sobre las tres cartas de Juan que conducen a la madurez

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BIBLIA EN LÍNEA

Jean2

El redactor de aquellas tres cartas es Juan, uno de los doce apóstoles de Jesucristo. También es el redactor del Evangelio que lleva su nombre y del libro Apocalipsis o Revelación. Leer las tres cartas es agradable porque no plantea ninguna dificultad importante de comprensión, también las ideas son muy instructivas al fortalecer nuestra fe en la esperanza de la vida eterna, gracias al sacrificio de Jesucristo (Juan 3:16,36). Cada idea importante escrita por el apóstol Juan será introducida con un comentario simple. Después de lo cual, puede haber un comentario que permita al lector ver cómo podemos ampliar la reflexión y la comprensión, con relación a la enseñanza presentada por el apóstol Juan.

La primera carta del apóstol Juan

Capítulo 1:

La introducción de la carta explica su objetivo principal, que es de testificar de la participación con Dios y su Hijo Jesucristo, en la esperanza de la vida eterna gracias al sacrificio de Cristo: « Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado atentamente y nuestras manos palparon, respecto a la palabra de la vida 2 (sí, la vida fue manifestada, y nosotros hemos visto y estamos dando testimonio e informándoles de la vida eterna que estaba con el Padre y nos fue manifestada), 3 lo que hemos visto y oído se lo estamos informando también a ustedes, para que ustedes también estén teniendo participación con nosotros. Además, esta participación nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4 De modo que escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea a plenitud. 5 Y este es el mensaje que hemos oído de él y les estamos anunciando: que Dios es luz y no hay oscuridad alguna en unión con él. 6 Si hacemos la declaración: “Tenemos participación con él”, y sin embargo seguimos andando en la oscuridad, estamos mintiendo y no estamos practicando la verdad. 7 Sin embargo, si andamos en la luz, como él mismo está en la luz, sí tenemos participación unos con otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado » (versículos 1-7).

El apóstol Juan escribe acerca de personas que pretenden no tener pecados, dejando a entender que no necesitan del valor expiatorio de la sangre de Cristo para obtener el perdón de los pecados: « Si hacemos la declaración: “No tenemos pecado”, a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia. 10 Si hacemos la declaración: “No hemos pecado”, lo estamos haciendo mentiroso a él, y su palabra no está en nosotros » (versículos 8-10).

Jesucristo, durante su conversación con el maestro de la ley, Nicodemo, dijo que aquellos que se niegan a ejercer fe en su sacrificio, incurrirían la ira de Dios y, por lo tanto, no obtendrían la vida eterna: « Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.  (…) El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él » (Juan 3:16,36).

Es posible que aquellas personas mencionadas por Juan, que afirmaban no tener pecado, pensaban que uno puede ser justo (o sin pecado) a los ojos de Dios, con una conducta correcta, y obtener la salvación con solo su propio mérito y sin tener que ejercer fe en el sacrificio de Cristo. Quizás fue el caso de los judíos de aquel entonces, quienes no ejercían fe en Jesús y que pensaban que la salvación podía simplemente obtenerse con una buena aplicación de la Ley mosaica. Esto es lo que el apóstol Pablo escribió sobre este tema: « Nosotros que somos judíos por naturaleza, y no pecadores de entre las naciones, sabiendo como lo sabemos que el hombre no es declarado justo debido a obras de ley, sino únicamente por medio de fe para con Cristo Jesús, hasta nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser declarados justos debido a fe para con Cristo, y no debido a obras de ley, porque debido a obras de ley ninguna carne será declarada justa » (Gálatas 2:15,16).

Además, la condición pecaminosa del hombre no solo depende de su buen o mal comportamiento a los ojos de Dios, sino también, del hecho de que el pecado está en la carne, en los genes heredados de nuestro antepasado común, Adán. De hecho, incluso aquella persona que afirma no tener pecado no puede evitar la ley física del pecado, que nos lleva por fuerza y sin que podamos impedirlo, a la muerte: « Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado. (…) Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor » (Romanos 5:12; 6:23). Por lo tanto, para salir de este túnel oscuro del pecado que desemboca a la tumba, no hay más remedio que reconocer nuestro estado pecaminoso y ejercer fe en el sacrificio de Cristo, para obtener la vida eterna (solo razonando con sabiduría práctica).

Capitulo 2:

Debemos poner nuestra fe en el valor expiatorio del sacrificio de Cristo, para obtener el perdón de los pecados. También debemos observar los mandamientos de Dios: « Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan un pecado. Y no obstante, si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. 2 Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. 3 Y en esto tenemos el conocimiento de que hemos llegado a conocerlo, a saber, si continuamos observando sus mandamientos. 4 El que dice: “Yo he llegado a conocerlo”, y sin embargo no está observando sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en esta [persona]. 5 Pero cualquiera que sí observa su palabra, verdaderamente en esta [persona] el amor a Dios ha sido perfeccionado. En esto tenemos el conocimiento de que estamos en unión con él. 6 El que dice que permanece en unión con él está obligado él mismo también a seguir andando así como anduvo aquel. (…) Les escribo, hijitos, porque sus pecados les han sido perdonados por causa del nombre de él. 13 Les escribo, padres, porque ustedes han llegado a conocer al que es desde [el] principio. Les escribo, jóvenes, porque han vencido al inicuo. Les escribo, niñitos, porque han llegado a conocer al Padre. 14 Les escribo, padres, porque han llegado a conocer al que es desde [el] principio. Les escribo, jóvenes, porque son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al inicuo » (versículos 1-6,12-14).

El discípulo Santiago ha escrito también que la fe va con el hacer la voluntad de Dios, con obras. De no ser así, la fe está muerta: « Ustedes ven que el hombre ha de ser declarado justo por obras, y no por fe solamente. De la misma manera, también, Rahab la ramera, ¿no fue declarada justa por obras, después que hubo recibido hospitalariamente a los mensajeros y los hubo enviado por otro camino? En verdad, como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta » (Santiago 2:24-26).

El amor cristiano es incompatible con el odio: « Amados, no les escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento viejo que ustedes han tenido desde el principio. Este mandamiento viejo es la palabra que ustedes oyeron. 8 Otra vez, les escribo un mandamiento nuevo, un hecho que es verdadero en el caso de él y en el de ustedes, porque la oscuridad va pasando y la luz verdadera ya está resplandeciendo. 9 El que dice que está en la luz y, sin embargo, odia a su hermano, está en la oscuridad hasta ahora mismo. 10 El que ama a su hermano permanece en la luz, y en el caso de él no hay causa de tropiezo. 11 Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y está andando en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad le ha cegado los ojos » (versículos 7-11).

El cristiano no debe amar al mundo: « No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; 16 porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo. 17 Además, el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre » (versículos 15-17).

El discípulo Santiago también hizo la misma recomendación de no amar al mundo: « Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios » (Santiago 4:4). La amistad con el mundo es un adulterio espiritual, es decir, la ruptura de una promesa de fidelidad hecha a Dios y a Jesucristo, durante el bautismo cristiano (Mateo 28:19).

El apóstol Juan anuncia la presencia del anticristo y da la definición de la palabra. Anima a permanecer en unión con Jesucristo: « Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que [el] anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora. 19 Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros. Pero [salieron], para que se mostrara a las claras que no todos son de nuestra clase. 20 Y ustedes tienen una unción del santo; todos ustedes tienen conocimiento. 21 Les escribo, no porque no conocen la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira se origina de la verdad. 22 ¿Quién es el mentiroso si no es el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, también tiene al Padre. 24 En cuanto a ustedes, que lo que han oído desde [el] principio permanezca en ustedes. Si lo que han oído desde [el] principio permanece en ustedes, ustedes también continuarán en unión con el Hijo y en unión con el Padre. 25 Además, esta es la cosa prometida que él mismo nos prometió: la vida eterna. 26 Estas cosas les escribo acerca de los que tratan de extraviarlos. 27 Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él. 28 Ahora, pues, hijitos, permanezcan en unión con él, para que cuando él sea manifestado tengamos franqueza de expresión y no se nos haga apartarnos de él avergonzados al tiempo de su presencia. 29 Si ustedes saben que él es justo, adquieren el conocimiento de que todo el que practica la justicia ha nacido de él » (versículos 18-29).

Recordamos la definición muy precisa del anticristo, de acuerdo con lo que está escrito en 1 Juan 2:22,23: « ¿Quién es el mentiroso si no es el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, también tiene al Padre ».

Capítulo 3:

« ¡Vean qué clase de amor nos ha dado el Padre, de modo que se nos llame hijos de Dios!; y eso somos. Por eso el mundo no tiene conocimiento de nosotros, porque no ha llegado a conocerlo a él. 2Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sí sabemos que cuando él sea manifestado seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. 3Y todo el que tiene esta esperanza puesta en él se purifica a sí mismo así como ese es puro » (versículos 1-3).

¿Eres un hijo de Dios? « Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios” (Romanos 8:14).


Esta pregunta está solo en el contexto bíblico, y particularmente en la carta a los Romanos, capítulo 8, para saber si el estado de « Hijo de Dios » solo aplica a una categoría de cristianos, por ejemplo, aquellos que tienen la esperanza celestial, los 144000, o para todos los cristianos, incluidos los que tienen una esperanza terrestre (Apocalipsis 7:1-8 (los 144000); 7:9-17 (la gran muchedumbre que sobrevivirá a la gran tribulación)). Para que el lector verifique por sí mismo, el contexto revela dos puntos importantes:


1 – El apóstol Pablo no menciona en ningún momento, directamente, a dos categorías de cristianos, sino a dos categorías de humanos, aquellos que viven de acuerdo con los deseos carnales y aquellos (los cristianos fieles) que viven siendo guiados por el Espíritu Santo.


2 – El apóstol Pablo no evoca directamente la esperanza de la vida eterna, marcando una diferencia entre la vida eterna en el cielo y la vida eterna en el futuro paraíso terrestre.


Debe recordarse que en Romanos 8, el apóstol Pablo escribe que los « hijos de Dios » viven de acuerdo con el espíritu, y este es el caso de los cristianos fieles que tienen esperanza terrestre. Además, si es obvio que la expresión de « coherederos de Cristo » tiene un significado restrictivo en romanos (8:12-17), aplicando solo a los 144000, esta expresión se puede referirse actualmente a los cristianos fieles que tienen esperanza terrestre, en el sentido amplio de Lucas 23:43: « Estarás conmigo en el paraíso ». Los cristianos actualmente fieles que tienen esperanza terrestre, en un sentido amplio, serán « coherederos de Cristo », porque estarán con él en el paraíso terrestre…


Finalmente, también es bueno recordar cómo comienza la oración modelo del Padre Nuestro: « Padre nuestro que estás en los cielos » (Mateo 6:9)… Si Jesucristo pide que se ore a Dios, llamándolo « Padre », es prueba de que Dios no esperará mil años para considerar actualmente a los cristianos fieles que tienen esperanza terrestre, como sus hijos, los hijos de Dios… « Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios” (Romanos 8:14)…

El que practica el pecado se origina del diablo: « Todo el que practica pecado también está practicando desafuero, de modo que el pecado es desafuero. 5 Ustedes saben también que aquel fue manifestado para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. 6 Todo el que permanece en unión con él no practica el pecado; nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo. 7 Hijitos, no vaya a extraviarlos nadie; el que se ocupa en la justicia es justo, así como ese es justo. 8 El que se ocupa en el pecado se origina del Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio. Con este propósito el Hijo de Dios fue manifestado, a saber, para desbaratar las obras del Diablo. 9 Todo el que ha nacido de Dios no se ocupa en el pecado, porque la semilla reproductiva de Él permanece en el tal, y no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. 10 Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano. 11 Porque este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio, que debemos tener amor unos para con otros; 12 no como Caín, que se originó del inicuo y degolló a su hermano. ¿Y por qué causa lo degolló? Porque sus propias obras eran inicuas, pero las de su hermano eran justas » (versículos 4-12).

El apóstol Juan menciona la práctica del pecado, es decir, el tener una conducta continua y voluntaria en el pecado. En los versículos 7 y 8, menciona al hombre que practica la justicia, siendo su modo de vida, y en contraste menciona al hombre que practica el pecado, y que también es su modo de vida. Por lo tanto, la práctica del pecado es distinta del hecho de cometer un pecado, o un acto aislado, que podría ser el resultado de una debilidad humana. El apóstol Pablo ha demostrado, como el apóstol Juan, que este tipo de pecado aislado, hecho por debilidad, puede ser perdonado sobre la base del valor expiatorio del sacrificio de Cristo (Romanos 7:21-25). Juan da un ejemplo de práctica de pecados, un sentimiento continuo de odio contra su prójimo: « No se maravillen, hermanos, de que el mundo los odie. 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 15 Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene la vida eterna como cosa permanente en él. 16 En esto hemos venido a conocer el amor, porque aquel entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos. 17 Pero cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida, y contempla a su hermano pasar necesidad, y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? 18 Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad » (Versículos 13-18).

Como Jesucristo lo enseñó, el pecado por intención, o por la expresión de malos sentimientos de odio en el corazón, es algo muy grave, incluso si no se materializa en acciones (como un homicidio o asesinato) (Mateo 5:28). Juan escribe que alguien que odia a su hermano ya es un homicidio (aunque no hay acciones de homicidio). Por lo tanto, ya no cumple las condiciones requeridas por Dios, para obtener la vida eterna. Tiene que cambiar drásticamente de actitud.

Jesucristo prohibió el odio, el insulto y el asesinato: « Oyeron que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes asesinar; pero quienquiera que cometa un asesinato será responsable al tribunal de justicia’. Sin embargo, yo les digo que todo el que continúe airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia; pero quienquiera que se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al Tribunal Supremo; mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’, estará expuesto al Gehena de fuego » (Mateo 5:21-22).

Jesucristo mostró cómo evitar esta extremidad relacional, tratando en la medida de lo posible de resolver los conflictos de personalidad: « Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva » (Mateo 5:23,24).

También en este mismo capítulo, Jesucristo dijo de amar a nuestros enemigos (Mateo 5:38-48). El verbo « amar », en este contexto, debe tomarse en el sentido de un amor razonado, sin que necesariamente esté marcado por el afecto hacia nuestro enemigo. Por ejemplo, cuando alguien nos insulta o se porta mal con nosotros, el amor basado en los principios bíblicos evitará que respondamos al insulto con insulto o al odio con odio. De esta manera se romperá el círculo vicioso del odio con el odio, en cambio, del círculo virtuoso solicitado por Jesucristo: es decir, responder al odio de nuestro enemigo, con un autodominio, un amor basado en los buenos modales, la buena educación y un sentido común (Gálatas 5:22,23 « el fruto del espíritu santo »). Quizás con esta forma de actuar se pueda hacer que la persona cambie de actitud hacia nosotros.

Durante su arresto que lo llevaría a la muerte, Jesucristo prohibió el uso de armas, ni siquiera para defenderlo: « Entonces Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada » » (Mateo 26:52). El asesinato y el homicidio están prohibidos, tanto por motivos personales como por patriotismo religioso o estatal. Aquella declaración de Cristo es un recordatorio de lo que está escrito en la profecía de Isaías: « Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Isaías 2:4).

Dejar de aprender la guerra supone evidentemente no practicar tanto deportes de combate como las artes marciales, incluso las, teñidas de propaganda religiosa, que consistiría en decir que es con un fin « defensivo ». Transformar un cuerpo humano en un « arma defensiva » puede convertirse rápidamente en « un arma ofensiva » que puede herir y hasta matar… Los cristianos no deben divertirse mirando deportes violentos y películas que ensalcen la violencia gratuita. Esto es completamente detestable a los ojos de Jehová Dios: « Jehová mismo examina al justo así como al inicuo, y Su alma ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia » (Salmos 11:5).

Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas: « En esto conoceremos que nos originamos de la verdad, y aseguraremos nuestro corazón delante de él 20 respecto a cualquier cosa en que nos condene nuestro corazón, porque Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas. 21 Amados, si nuestro corazón no nos condena, tenemos franqueza de expresión para con Dios; 22 y cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él, porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos. 23 En verdad, este es su mandamiento: que tengamos fe en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos estemos amando unos a otros, así como él nos dio mandamiento. 24 Además, el que observa sus mandamientos permanece en unión con él, y él en unión con el tal; y en esto adquirimos el conocimiento de que él permanece en unión con nosotros, debido al espíritu que nos dio » (versículos 19-24).

A veces, nuestro corazón simbólico, que representa la fuente de nuestras intuiciones, puede orientarnos mal. Podría condenarnos con un sentimiento excesivo de culpa, pensando, por ejemplo, que Dios no nos ha perdonado o que nuestro pecado es demasiado grave como para ser perdonado (Isaías 1:18). Sin embargo, como recuerda el apóstol Juan, Dios es más grande que nuestro corazón. Por lo tanto, no es porque tengamos la mala intuición de no ser perdonados, que Dios no nos haya perdonado nuestros pecados, o que es imposible que nos perdone. De cierto modo, en este caso específico, se podría decir que Dios es mucho más misericordioso que un corazón que constantemente nos culpabiliza interiormente (lea Salmos 51).

La historia del rey Manasés, que ha derramado mucha sangre, es la demostración de hasta qué punto la misericordia de Jehová puede aplicarse al arrepentimiento sincero. En la narración bíblica, está escrito sobre las malas acciones del rey Manasés: « Y hubo también sangre inocente que Manasés derramó en grandísima cantidad, hasta que hubo llenado a Jerusalén de extremo a extremo, además de su pecado con que hizo pecar a Judá haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová » (2 Reyes 21:16). Debido a sus malas acciones, Dios lo castigó: « Y Jehová siguió hablando a Manasés y su pueblo, pero ellos no prestaron atención. Por fin Jehová trajo contra ellos a los jefes del ejército que pertenecía al rey de Asiria, y así ellos capturaron a Manasés en los huecos, y lo sujetaron con dos grilletes de cobre y se lo llevaron a Babilonia » (2 Crónicas 33:10,11). Sin embargo, por increíble que sea, este rey malvado terminó arrepintiéndose sinceramente de sus malas acciones y obteniendo la misericordia de Jehová: « Y tan pronto como esto le causó angustia, él ablandó el rostro de Jehová su Dios, y siguió humillándose mucho a causa del Dios de sus antepasados. Y siguió orando a Él, de modo que Él se dejó rogar por él y oyó su petición de favor y lo restauró en Jerusalén a su gobernación real; y Manasés llegó a saber que Jehová es el Dios [verdadero] » (2 Crónicas 33:12,13). ¿Cuál es la razón de este ejemplo bíblico?

Muchos hombres y mujeres han cometido errores irreversibles, como matar a muchos humanos (en el contexto de un conflicto) o participar en abortos. Muchos de ellos piensan que es imposible que Dios los perdone. Añadido a esto un sentimiento profundo de remordimiento e de indignidad. Con respecto a la inmensa misericordia de Jehová, está escrito: « Vengan, pues, y enderecemos los asuntos entre nosotros —dice Jehová—. Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve; aunque sean rojos como tela de carmesí, llegarán a ser aun como la lana » (Isaías 1:18). Este versículo está especialmente dirigido a aquellos hombres y mujeres que se arrepienten sinceramente ante Dios, pidiendo perdón: Dios perdona al arrepentido sincero sobre la base del valor expiatorio de la sangre de Jesucristo: « Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan un pecado. Y no obstante, si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo » (1 Juan 2:1,2). Además, Jehová Dios resucitará a los millones de muertos que han sido víctimas de los muchos genocidios (Juan 5:28,29). Lo que es irreversible para el hombre no lo es para Dios (Mateo 19:26 « Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todas las cosas son posibles »).

Es posible que incluso si la misericordia de Dios se aplica al arrepentido sincero, un sentimiento de remordimiento e indignidad continuará hostigándolo. Sin embargo, hay que saber que Dios es mayor que los corazones (1 Juan 3:19-22).

Capítulo 4:

Es muy importante comprobar si la enseñanza que recibimos, como palabras « inspiradas », sea basada realmente en la Biblia: « Amados, no crean toda expresión inspirada, sino prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. 2 Adquieren conocimiento de que la expresión inspirada procede de Dios por esto: Toda expresión inspirada que confiesa que Jesucristo ha venido en carne se origina de Dios, 3 pero toda expresión inspirada que no confiesa a Jesús no se origina de Dios. Además, esta es la expresión inspirada del anticristo que ustedes han oído que venía, y actualmente ya está en el mundo. 4 Ustedes se originan de Dios, hijitos, y han vencido a esas personas, porque el que está en unión con ustedes es mayor que el que está en unión con el mundo. 5 Ellos se originan del mundo; por eso hablan lo que procede del mundo y el mundo los escucha. 6 Nosotros nos originamos de Dios. El que adquiere el conocimiento de Dios nos escucha; el que no se origina de Dios no nos escucha. Es así como notamos la expresión inspirada de la verdad y la expresión inspirada del error » (versículos 1-6).

¿Cómo comprobar las palabras « inspiradas » para ver si vienen de Dios »? Tenemos un ejemplo concreto escrito en el libro de los Hechos: « Ahora bien, estos eran de disposición más noble que los de Tesalónica, porque recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así » (Hechos 17:11). Eran los Bereanos quienes, mientras escuchaban la enseñanza del apóstol Pablo, verificaban lo que estaba diciendo, si estaba bien basado en la Biblia (la palabra inspirada de verdad).

En los versículos 2 y 3, Juan especifica su pensamiento: « Toda expresión inspirada que confiesa que Jesucristo ha venido en carne se origina de Dios, pero toda expresión inspirada que no confiesa a Jesús no se origina de Dios ». ¿Por qué el apóstol Juan insiste tanto en la fe en Jesucristo? Porque este es el punto central de la enseñanza, del cristianismo. Desde el momento en que se atacan a ciertos aspectos de esta enseñanza fundamental, se puede poner en peligro el futuro eterno de quienes reciban esta enseñanza falsificada o que niega francamente el hecho de que Jesús es Cristo.

A veces este ataque contra la fe en el sacrificio de Cristo, puede tener aspectos más difíciles de detectar. Tomemos un ejemplo concreto en conexión directa con la fe en el sacrificio Jesucristo que lleva a la vida eterna. Hablemos sobre la celebración del recuerdo del sacrificio de Cristo. Jesús dijo de celebrarlo una vez al año, en la fecha de la celebración de la Pascua judía, en el 14 nisán del calendario judío: « Sigan haciendo esto en memoria de mí » (Lucas 22:19). Esta ceremonia cristiana debe celebrarse de la misma manera que la Pascua, solo entre circuncisos espirituales, entre cristianos fieles, en la congregación o en familia (Éxodo 12:48; Hebreos 10:1; Colosenses 2:17; 1 Corintios 11:33). Después de la celebración de la Pascua, Jesucristo estableció el modelo de la futura celebración del recuerdo de su muerte (Lucas 22:12-18). Aquí están los textos bíblicos de los evangelios que establecen el modelo sencillo de esta celebración: Mateo 26:17-35, Marcos 14:12-31, Lucas 22:7-38, Jean Capítulo 13 a 17.

El apóstol Pablo también escribió esto: « Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado » (1 Corintios 5:7). Las modalidades de esta celebración cristiana, que reemplaza la Pascua judía, son muy simples. El cordero de la Pascua ha sido reemplazado por lo que representa simbólicamente el cuerpo humano sin pecado de Cristo: su carne representada por un pan sin levadura, su sangre representada por la copa. Los judíos circuncidados comían el cordero de la Pascua. Por lo tanto, el cristiano está invitado, por Jesucristo, a participar del pan sin levadura y beber de la copa: « Entonces Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes. El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día; porque mi carne es verdadero alimento, y mi sangre es verdadera bebida” » (Juan 6:53-55).

Hay actualmente declaraciones humanas « inspiradas », a escala mundial, que afirman que los cristianos fieles, que tienen la esperanza de vivir para siempre en la tierra, no tienen derecho a participar del pan y de la copa, contradiciendo frontalmente las declaraciones claras y precisas de Cristo (Apocalipsis 21:3.4 (esperanza terrestre de la vida eterna); Juan 6:48-58 (el mandato de Cristo de comer el pan sin levadura y beber la copa, simbolizando su carne y su sangre)). Este dogma de la prohibición de tomar los emblemas (el pan y la copa), para millones de cristianos fieles, no tiene absolutamente ningún fundamento bíblico y contradice frontalmente la enseñanza de Cristo para participar del pan sin levadura y de la copa. Ahora bien, participar del pan y de la copa, es el único medio visible que el cristiano tiene de demostrar, de manera visible, su fe en el sacrificio de Cristo y en la esperanza de la vida eterna (celestial o terrestre) (Juan 3:16,36). Por lo tanto, ustedes cristianos fieles que comprueban todas las declaraciones inspiradas, como lo escribe el apóstol Juan, durante la próxima celebración del recuerdo del sacrificio de Cristo, ¿qué van a hacer?

Si amamos a Dios, también debemos amar a nuestro prójimo: « Amados, continuemos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y adquiere el conocimiento de Dios. 8 El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor. 9 Por esto el amor de Dios fue manifestado en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros consiguiéramos la vida mediante él. 10 El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros. 12 Nadie ha contemplado a Dios nunca. Si continuamos amándonos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. 13 En esto adquirimos conocimiento de que permanecemos en unión con él y él en unión con nosotros, porque él nos ha impartido su espíritu. 14 Además, nosotros mismos hemos contemplado —y de ello estamos dando testimonio— que el Padre ha enviado a su Hijo como Salvador del mundo. 15 Cualquiera que haga la confesión de que Jesucristo es el Hijo de Dios, Dios permanece en unión con el tal y él en unión con Dios. 16 Y nosotros mismos hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene en nuestro caso. (…) Si alguno hace la declaración: “Yo amo a Dios”, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto. 21 Y este mandamiento lo tenemos de él, que el que ama a Dios esté amando también a su hermano » (versículos 7-16a, 20,21).

Juan nos anima a amar a nuestro prójimo a la manera de Dios y de su Hijo Jesucristo, es decir, dando el primer paso: « El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados. Amados, si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros » (versículos 10 y 11). Ha sido Dios quien nos amó primero, y no nosotros. Jesucristo dijo la misma idea, es decir, dar el primer paso, amar a alguien que no nos ama, como Dios hizo con nosotros, pero lo expresó de una manera distinta: « Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones? Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto » (Mateo 5:46-48). Por consiguiente, la manifestación del amor sublimado, a la manera de Dios y de Cristo, tiene que manifestarse particularmente amando a los que no nos aman. Quizás, más tarde, nazca en sus corazones, en respuesta, un amor para con nosotros, como fue el caso de nuestro amor hacia Dios y su Hijo Jesucristo (Juan 3:16).

El amor que sentimos por Dios, hecha fuera el temor: « Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en unión con Dios, y Dios permanece en unión con él. 17 Así es como el amor ha sido perfeccionado con nosotros, para que tengamos franqueza de expresión en el día del juicio, porque, tal como es ese, así somos nosotros mismos en este mundo. 18 No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor ejerce una restricción. En verdad, el que está bajo temor no ha sido perfeccionado en el amor. 19 En cuanto a nosotros, amamos, porque él nos amó primero » (versículos 16b-19).

¿Cómo es que el apóstol Juan escriba que hay que amar a Dios sin temor, cuando en otras partes de la Biblia, se nos anima a temer a Dios (Proverbios 2:5 « el temor de Jehová »)? El temor de Jehová mencionado en Proverbios 2:5 es un sentimiento de profundo respeto y deferencia, un temor reverencial. Mientras que el temor mencionado por el apóstol Juan es incompatible con el amor por Dios porque es de otra naturaleza. Es un miedo mórbido, un pavor del castigo que es completamente incompatible con el amor que naturalmente podríamos sentir hacia una persona que no nos asusta y que nos tranquiliza.

Capítulo 5:

La victoria que ha vencido al mundo es nuestra fe: « Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al que hizo nacer, ama al que ha nacido de ese. 2 En esto adquirimos conocimiento de que estamos amando a los hijos de Dios, cuando estamos amando a Dios y cumpliendo sus mandamientos. 3 Pues esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos, 4 porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo sino el que tiene fe en que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es el que vino por medio de agua y sangre, Jesucristo; no con el agua solamente, sino con el agua y con la sangre. Y el espíritu es lo que está dando testimonio, porque el espíritu es la verdad. 7 Porque hay tres que dan testimonio: 8 el espíritu y el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo » (versículos 1-7).

El testimonio que Dios da respecto a su Hijo es mayor: « Si recibimos el testimonio que los hombres dan, el testimonio que Dios da es mayor, porque este es el testimonio que Dios da: el hecho de que él ha dado testimonio respecto a su Hijo. 10 La [persona] que pone su fe en el Hijo de Dios tiene el testimonio dado en su propio caso. La [persona] que no tiene fe en Dios lo ha hecho mentiroso, porque no ha puesto su fe en el testimonio dado, el cual Dios como testigo ha dado respecto a su Hijo. 11 Y este es el testimonio dado: que Dios nos dio vida eterna, y esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo tiene esta vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene esta vida. 13 Les escribo estas cosas para que sepan que tienen vida eterna, ustedes los que ponen su fe en el nombre del Hijo de Dios. 14 Y esta es la confianza que tenemos para con él, que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Además, si sabemos que nos oye respecto a cualquier cosa que estemos pidiendo, sabemos que hemos de tener las cosas pedidas porque se las hemos pedido a él » (versículos 9-15).

Toda injusticia es pecado; sin embargo, hay un pecado que no incurre en muerte: « Si alguno alcanza a ver a su hermano pecando un pecado que no incurre en muerte, pedirá, y él le dará vida, sí, a los que no pecan para incurrir en muerte. Hay un pecado que sí incurre en muerte. Respecto a ese pecado no le digo que haga solicitud. 17 Toda injusticia es pecado; y, sin embargo, hay un pecado que no incurre en muerte. 18 Sabemos que toda [persona] que ha nacido de Dios no practica el pecado, sino que Aquel que nació de Dios lo vigila, y el inicuo no logra asirlo. 19 Sabemos que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo entero yace en el [poder del] inicuo. 20 Pero nosotros sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero. Y estamos en unión con el verdadero, por medio de su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna. 21 Hijitos, guárdense de los ídolos » (versículos 16-21).

Como lo escribió el apóstol Pablo, el salario del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Por lo tanto, según el apóstol Juan, hay un pecado que no incurre en muere, es el que permite el perdón de Dios, sobre la base del sacrificio de Cristo. Por otro lado, el pecado que hace que se incurra la muerte, según el versículo 18, es el que se practica de forma continua y voluntaria, en este caso, el sacrificio de Cristo no se aplica. Ni siquiera es útil orar a favor de aquel que lo practica, para obtener el perdón de Dios. El apóstol Pablo escribió una idea similar sobre la práctica del pecado voluntario, que no puede ser perdonado y que, por lo tanto, hace que se incurra en muerte: « Porque es imposible tocante a los que una vez por todas han sido iluminados, y que han gustado la dádiva gratuita celestial, y que han llegado a ser participantes de espíritu santo, y que han gustado la excelente palabra de Dios y los poderes del sistema de cosas venidero, pero que han caído en la apostasía, revivificarlos otra vez al arrepentimiento, porque de nuevo fijan en un madero al Hijo de Dios para sí mismos y lo exponen a vergüenza pública » (Hebreos 6:4-6).

Satanás, el diablo, es el jefe de este sistema de cosas actuales, está bajo su dominación: « Sabemos que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo entero yace en el poder del inicuo » (versículo 19).

El cristiano no debe practicar la idolatría: « Hijitos, guárdense de los ídolos » (versículo 21).

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La segunda carta del apóstol Juan

Esta carta está dirigida a una señora escogida y sus hijos (a menos que sea la metáfora de una congregación cristiana (la señora escogida) con sus hijos, los cristianos que la componen):

« El anciano, a la señora escogida y a sus hijos, a quienes verdaderamente amo, y no solo yo, sino también todos los que han llegado a conocer la verdad, 2a causa de la verdad que permanece en nosotros, y esta estará con nosotros para siempre. 3Con nosotros habrá bondad inmerecida, misericordia [y] paz de parte de Dios el Padre y de parte de Jesucristo el Hijo del Padre, con verdad y amor.

4Me regocijo muchísimo porque he hallado a ciertos hijos tuyos andando en la verdad, así como recibimos mandamiento del Padre. 5De modo que ahora te solicito, señora, no como [persona] que te escribe un mandamiento nuevo, sino uno que tuvimos desde [el] principio,que nos amemos unos a otros. 6Y esto es lo que el amor significa: que sigamos andando según sus mandamientos. Este es el mandamiento, así como han oído ustedes desde [el] principio: que deben seguir andando en él. 7Porque muchos engañadores han salido al mundo, personas que no confiesan a Jesucristo como venido en carne. Este es el engañador y el anticristo.

8Cuídense, para que no pierdan las cosas para producir las cuales hemos trabajado, sino que obtengan un galardón pleno. 9Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios. El que sí permanece en esta enseñanza es el que tiene al Padre y también al Hijo. 10Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo. 11Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas.

12Aunque tengo muchas cosas que escribirles, no deseo hacerlo con papel y tinta, sino que espero ir a ustedes y hablar con ustedes cara a cara, para que su gozo sea a plenitud.

13Los hijos de tu hermana, la escogida, te envían sus saludos » (Versículos 1-13).

Este es un resumen del tema principal de la primera carta de Juan: « Porque muchos engañadores han salido al mundo, personas que no confiesan a Jesucristo como venido en carne. Este es el engañador y el anticristo. Cuídense, para que no pierdan las cosas para producir las cuales hemos trabajado, sino que obtengan un galardón pleno. Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios » (versículos 7-9).

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La tercera carta del apóstol Juan

También podríamos nombrar esta carta, la carta a Gayo:

« El anciano, a Gayo, el amado, a quien verdaderamente amo.

2Amado, oro que en todas las cosas estés prosperando y tengas buena salud, así como tu alma está prosperando. 3Pues me regocijé muchísimo cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de la verdad que abrigas, así como sigues andando en la verdad. 4No tengo mayor causa de [sentir] agradecimiento que estas cosas: que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad.

5Amado, estás haciendo trabajo fiel en cualquier cosa que haces para los hermanos —y hasta siendo extraños— 6que han dado testimonio de tu amor delante de la congregación. A estos tendrás la bondad de poner en camino de una manera digna de Dios. 7Pues fue a favor del nombre [de él] que salieron, sin tomar nada de la gente de las naciones. 8Nosotros, por lo tanto, estamos obligados a recibir hospitalariamente a tales personas, para que lleguemos a ser colaboradores en la verdad.

9Escribí algo a la congregación, pero Diótrefes, a quien le gusta tener el primer lugar entre ellos, no recibe nada de nosotros con respeto. 10Por eso, si voy, traeré a memoria sus obras que sigue haciendo, charlando acerca de nosotros con palabras inicuas. Además, no estando contento con estas cosas, tampoco recibe él mismo a los hermanos con respeto, y a los que quieren recibirlos él trata de impedírselo y de echarlos de la congregación.

11Amado, no seas imitador de lo que es malo, sino de lo que es bueno. El que hace el bien se origina de Dios. El que hace el mal no ha visto a Dios. 12Todos ellos, y la verdad misma, han dado testimonio de Demetrio. De hecho, nosotros, también, estamos dando testimonio, y tú sabes que el testimonio que nosotros damos es verdadero.

13Tenía muchas cosas que escribirte; sin embargo, no deseo seguir escribiéndote con tinta y pluma. 14Pero espero verte en breve, y hablaremos cara a cara.

Que tengas paz.

Los amigos te envían sus saludos. Da mis saludos a los amigos por nombre » (versículos1-14).

El apóstol Juan menciona la presencia, en la congregación cristiana, de un individuo que se porta muy mal. Se llama Diótrefes, es un lobo tiránico que maltrata a los hermanos de la congregación cristiana. En la carta del discípulo Judas, también se menciona la infiltración de aquellas personas maliciosas dentro de la congregación cristiana y explica cómo identificarlas (carta de Judas).

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Alcanzando la madurez espiritual (Hebreos 6:1)

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