
El pecado es la expresión genérica bíblica de aquello que no cumple las condiciones de la santidad de Dios, permitiendo la vida eterna. La expiación es el proceso de hacer « santo » o destruir mediante el derramamiento de sangre la creación pecaminosa. Por lo tanto, la expiación es borrar el defecto o el pecado, mediante la destrucción o desaparición de la creación que ya no satisface los criterios impersonales (sin sentimientos) de la santidad de Dios. La necesidad de la expiación está completamente desprovista de sentimiento, es un valor absoluto, es ineludible y está absolutamente ligada a la Santidad de Dios. Es importante no confundir las nociones de expiación y redención (o rescate), aunque a veces estas dos palabras se asocian.
El lector atento puede obtener una idea mucho más concreta de la alternancia entre lo que se considera « santo » y puro, y, por el contrario, lo que ya no es « santo » o impuro, considerándose pecado desde la perspectiva de Dios, leyendo el libro de Levítico. Es fundamental comprender, para las siguientes explicaciones, que esta cualidad no está en absoluto vinculada a los sentimientos de Dios, sino a lo que constituye la esencia de sus acciones y su creación. La desaparición del pecado se logra mediante la expiación, para satisfacer el criterio de la santidad divina. La santidad de Jehová Dios está directamente vinculada a la constante necesidad de un sacrificio propiciatorio que borra el pecado, o aquello que no se ajusta a las normas divinas y eternas de lo que es santo: « Ustedes tienen que santificarse y tienen que resultar santos, porque yo soy santo » (Levítico 11:44-45).
Es muy importante entender que la santidad de Dios es lo que define la esencia misma de todas sus acciones, y que está desprovista de todo sentimiento, es completamente impersonal (con respecto a los sentimientos). Lo que significa que toda su creación debe ser santa y pura. Sin embargo, si por accidente, una parte de la creación ya no satisface aquellos criterios impersonales (sin sentimiento) de santidad divina, inevitablemente desaparecerá. La aparición accidental del pecado en la humanidad ha llevado a la destrucción total de toda la humanidad (a plazo), precisamente en virtud de la ley impersonal (sin sentimiento) de la Santidad de Dios: « Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado » (Romanos 5:12). “Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23). La primera parte de este versículo, muestra que la necesidad de la santidad (ley impersonal desprovista de sentimiento), hace que el pecado lleve a la muerte, para hacerlo desaparecer. Considerando que, el hecho de que Dios es amor, hace arreglos para darnos vida eterna a través del rescate (Mateo 20:28).
La expresión del Amor de Dios se ve en las disposiciones específicas que Él ha hecho para la Redención de la humanidad perdida en un proceso de muerte irreversible, causada por el pecado (Juan 3,16). La humanidad que obtendrá la vida eterna en el futuro, pertenecerá a Dios, bajo el rescate por la resurrección.
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EL SACRIFICIO DE CRISTO QUE SALVA
A LA HUMANIDAD OBEDIENTE
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”
(Juan 3:16)
El sacrificio de Cristo tiene un valor de Expiación que permite el perdón de Dios de nuestra estado de pecador (con la sangre de Cristo) y un valor de Rescate que permite mantener en vida al pecador perdonado (con el cuerpo de Cristo). La Ley mosaica hace bien la diferencia entre estos dos valores, que parecen muy parecidos, pero que no lo son. Es importante entender el significado profético y enigmático de los diferentes sacrificios, bajo la Ley con relación a estos dos valores (Hebreos 10:1).
Para ello, estudiaremos lo que es la expiación que quita el pecado, con relación al perdón de Dios que conduce a la vida y la expiación que quita el pecado con relación a la destrucción que conduce a la muerte del pecador (Romanos 5:12 ; 6:23). Esta comprensión le ayudará a entender por qué la gran tribulación está estrechamente relacionada con la expiación que quita el pecado de la humanidad, que lleva al perdón de Dios (sobre el valor de expiación de la sangre del Cristo) y una expiación que conducirá a la muerte (con la sangre del pecador (sin el perdón de Dios)) o destrucción. Por fin, se estudiará los sacrificios quemados de la Ley que significaban el Rescate, la vida.
La Expiación que lleva al Perdón de Dios
y la Expiación que lleva a la Destrucción
La idea clave es que la Expiación está estrechamente relacionada con la SANTIDAD DE JEHOVÁ. Es una necesidad absoluta e impersonal (sin sentimiento). La palabra hebrea y bíblica traducida al castellano (español), Expiación, es “kippur” (transcripción de las letras hebreas) (H3725 Strong’s Concordance), cuyo significado es « cubrir », que viene de la palabra « kaphar » (H3722 de la Strong’s Concordance). La palabra hebrea para perdón es “calach” (transcripción de las letras hebreas) (H5545 Strong’s Concordance). Por lo tanto, si la expiación está estrechamente relacionada con el perdón divino, estos dos conceptos siguen siendo fundamentalmente diferentes.
La Expiación no es el Perdón
El gran error es pensar que la expiación es sinónima de perdón. Concretamente, la expiación es la absoluta necesidad de santidad al hacer desaparecer el pecado, una destrucción que conduce a la muerte y que « cubre » o « borra » el pecado (con el pecador). Mientras que el perdón divino, es el mantener con vida el ser humano pecador (condición heredada de Adán), respetando la necesidad absoluta de expiación, sobre la base del sacrificio de Cristo (valor expiatorio (sangre), que condujo Jesucristo a la muerte).
Es por esto que nuestros pecados son perdonados sobre la base del valor expiatorio de la sangre de Cristo, derramada (una vez para siempre, el 14 de Nisán, 33 E.C. (y no sobre el valor de rescate (o intercambio) del sacrificio de Cristo)).
* Por ejemplo para los judíos de religión judaica, el Día de Expiación, el 10 de TISHRI, que se llama en hebreo « YOM KIPPUR » (YOM = Día) + (KIPPUR=Expiación), también se le llama EL GRAN PERDÓN. Lo que es CIERTO y lo que es FALSO.
ES CIERTO: Habrá el Gran Perdón de Dios
ES CIERTO para el macho cabrío para Azazel (Explicaciones detalladas del Día de Expiación), porque es portador de los pecados confesados de Israel y enviado en el desierto, lejos de la mirada de Dios, siendo el símbolo del gran perdón de Dios, y sobrevive : “Pero el macho cabrío sobre el cual haya venido a dar la suerte para Azazel debe tenerse parado vivo delante de Jehová para hacer expiación por él, a fin de enviarlo para Azazel al desierto. (…) Y Aarón tiene que poner ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesar sobre él todos los errores de los hijos de Israel y todas sus sublevaciones en todos sus pecados, y tiene que ponerlos sobre la cabeza del macho cabrío y enviarlo al desierto por mano de un hombre preparado para ello. Y el macho cabrío tiene que llevar sobre sí todos los errores de ellos a una tierra desierta, y él tiene que enviar el macho cabrío al desierto” (Levítico 16:10,21,22 comparar con Salmos 103:12).
Volviendo a la Gran Tribulación, es CIERTO que el 10 de TISRI, habrá EL GRAN PERDÓN DE DIOS, de una parte de la humanidad que vive actualmente y que sobrevivirá a este momento dramático. Sin embargo, este GRAN PERDÓN DE DIOS se hará sobre la base de un EXPIACIÓN (hecha el 14 de Nisán de 33 E.C. (una vez para siempre)): EL MÉRITO EXPIATORIO DE LA SANGRE DE CRISTO: “Después de estas cosas vi, y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. Y siguen clamando con voz fuerte, y dicen: “La salvación [se la debemos] a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero”. (…) Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son, y de dónde vinieron?”. De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Revelación 7:9,10,13,14).
ES FALSO: No habrá el Perdón de Dios
ES FALSO para el macho cabrío del sacrificio EXPIATORIO a favor del macho cabrío para Azazel (Explicaciones detalladas del Día de Expiación). Para entender, hay que leer Hebreos 9:22: « Sí, casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón”. Es interesante notar que las palabras inspiradas del apóstol Pablo encajan en el marco general de su explicación del significado profético del Día de Expiación.
Volviendo a la Gran Tribulación, es Falso que el 10 de TISRI, habrá un gran perdón particularmente para la parte de la humanidad víctima de la Gran Tribulación (Apocalipsis (Revelación) 14: 18-20; 19: 11-21). Así, como lo escribió, bajo inspiración, el Apóstol Pablo en Hebreos 9:22, si el perdón divino depende de la necesidad absoluta de expiación (por el derramamiento de la Sangre de Cristo el 14 Nisán 33, « una vez para siempre » (Hebreos 9: 25,26)), el contrario no es cierto. Es decir que no hay ninguna reciprocidad de este axioma espiritual:
Si el perdón de Dios no puede lograrse sin la expiación (por la sangre de Cristo), la expiación (derramamiento de sangre), no necesita de la voluntad divina de perdón porque está relacionada con su Santidad que es una necesidad absoluta impersonal (sin sentimiento). Por lo tanto, si la expiación es una necesidad impersonal de Santidad (sin sentimiento) por medio de quitar el pecado, el perdón (o no) es un acto personal (con sentimiento) de Dios, basado en el amor de Dios (en caso de perdón) (Juan 3:16). El perdón de Dios no es automático, pero depende de la manifestación de fe en el sacrificio de Cristo, de la persona perdonada por Dios: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él” (Juan 3:36).
La Expiación sin perdón de Dios es ni más ni menos que una destrucción difinitiva de la persona de quien la sangre queda sobre su cabeza (sin la misericordia de Dios): “David entonces le dijo: “Esté la culpa de sangre por ti sobre tu propia cabeza, porque tu propia boca ha testificado contra ti, diciendo: ‘Yo mismo definitivamente di muerte al ungido de Jehová’” (2 Samuel 1:16; Josué 2:19; 1 Reyes 2: 32,33,37; Ezequiel 33:4; Hechos 18:6). La expresión “culpa de sangre sobre ti”, significa que la sangre de la propia persona hace expiación sobre su propia cabeza (la muerte), y hay expiación (se borra el pecado de la persona por su propia muerte) sin el Perdón Divino.
* “Cuando [los hombres] estén diciendo: “¡Paz y seguridad!”, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera” (1 Tesalonicenses 5:3): El 10 de Tisri, algunos dirán “¡Paz y seguridad!”, pensando en el Perdón de Dios, sin manifestar fe en el valor propiciatorio del Sacrificio de Cristo, con el resultado de la destrucción en la Gran Tribulación (Ver Grito Paz y Seguridad).
El Rescate que permite la Curación, el Rejuvenecimiento y la Resurrección
Sucede lo mismo, entre el sentido de la palabra Rescate y el sentido de la palabra Expiación: Se confunden. ¿Por qué? Porque son valores muy entretejidos y complementarios. Del mismo modo, si la expiación (Sobre la base de la Sangre de Cristo) resulta, al fin y al cabo, en el rescate dependiendo de la expiación (el contrario no es cierto, la expiación no depende del rescate), lo cierto es que son dos valores distintos. La expiación permite el Perdón de Dios sobre la base de la Sangre de Cristo, lo que permite, al mismo tiempo, que la persona, en condición pecaminosa, pueda seguir viviendo (sobre el valor Expiación que lleva al Rescate). El valor efectivo de Rescate resultará en un cambio de cuerpo, por la resurrección (celestial (144000) o terrestre), por la Curación y Rejuvenecimiento del cuerpo de aquellos que sobrevivan la Gran Tribulación:
“Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación 21:3,4; Isaías 35:5,6; Juan 5:28,29; Hechos 24:15).
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Conocerán la verdad, y la verdad los libertará
(Juan 8:32)
¿Qué es esta verdad y cómo nos hace libres?
Entre los lectores de la Biblia y especialmente algunos maestros de la Palabra de Dios, esta declaración se entiende en términos de un conocimiento de la verdad bíblica que libertaría a uno, de las mentiras religiosas que se enseñan comúnmente en muchas congregaciones cristianas. Por ejemplo, saber que la Biblia no enseña la existencia del purgatorio, el limbo o un infierno de fuego, donde los malvados serían torturados eternamente, tiene un efecto liberador en las personas. De hecho, es reconfortante saber que mentiras religiosas como el fuego del infierno, el purgatorio, la trinidad, la inmortalidad del alma y otras supersticiones relacionadas con el ocultismo no se enseñan en la Biblia. De cierto modo, el consuelo de la verdad bíblica tiene un efecto libertador en las personas que han sido esclavizadas por aquellas supersticiones y falsas enseñanzas religiosas. Sin embargo, ¿es apropiado aplicar la declaración de Cristo (arriba) en el contexto de un conocimiento exacto de la Biblia que nos libertaría de las mentiras religiosas? Según el contexto del Evangelio de Juan, tal explicación no respeta el contexto inmediato de la afirmación de Cristo y ni siquiera el contexto general del Evangelio de Juan.
Leamos la afirmación de Cristo, esta vez en su contexto inmediato: « De modo que Jesús siguió diciendo a los judíos que le habían creído: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. Ellos le respondieron: “Somos prole de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo es que dices tú: ‘Llegarán a ser libres’?”. Jesús les contestó: “Muy verdaderamente les digo: Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado. Además, el esclavo no permanece en la casa para siempre; el hijo permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los liberta, serán realmente libres. Yo sé que son prole de Abrahán; pero procuran matarme, porque mi palabra no hace progreso entre ustedes. Cuantas cosas he visto con mi Padre las hablo; y ustedes, por tanto, hacen las cosas que han oído de su padre”. En respuesta, le dijeron: “Nuestro padre es Abrahán”. Jesús les dijo: “Si son hijos de Abrahán, hagan las obras de Abrahán. Pero ahora procuran matarme, un hombre que les ha dicho la verdad que oí de parte de Dios. Abrahán no hizo esto. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le dijeron ellos: “Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un solo Padre, Dios” » (Juan 8:31-41).
Analicemos simplemente este texto desde el ángulo de la pregunta: ¿Qué tipo de verdad es? ¿Cuál es esta verdad de la que habla Jesucristo? ¿Es el conocimiento contenido en la Palabra de Dios o algo más?
Jesucristo explica que permanecer en su palabra nos permitirá conocer esta verdad que nos hará libres. Los interlocutores judíos se sienten ofendidos por lo que dice Cristo porque implica que son esclavos, mientras que son descendientes de un hombre libre, Abrahán. Hay un malentendido entre lo que dice Cristo y lo que entendieron los judíos, por eso Jesucristo aclara su pensamiento. Les dice que se trata de la esclavitud del pecado, es decir, la condición pecaminosa que toda la humanidad ha heredada de Adán. Esta esclavitud conduce a la muerte (Romanos 5:12). Luego, con delicadeza, les hace comprender que es él, Cristo, quien tiene los medios para liberarlos. Jesucristo se presenta como la encarnación de la verdad que liberta: « Por eso, si el Hijo los liberta, serán realmente libres » (Juan 8:36). Esta comprensión se ve reforzada por otra declaración que hizo algún tiempo después: « Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí » » (Juan 14:6). Por lo tanto, es obvio que utilizar este texto de Juan 8:32 para explicar que la verdad bíblica libera de las mentiras religiosas, no respeta el contexto de esta afirmación de Cristo.
Aunque Jesucristo se refiere a sí mismo como la verdad que liberta, lo explica más específicamente en el resto de su declaración: “Muy verdaderamente les digo: Si alguien observa mi palabra, no verá la muerte nunca” (Juan 8:51). Los fundamentalistas religiosos judíos toman su declaración literalmente, mientras que Jesucristo se refiere a nunca ver la muerte sin la posibilidad de resurrección. Por ejemplo, en otra ocasión, hablando a los saduceos que no creían en la resurrección, al referirse a esta esperanza, Jesucristo habló de Abrahán, Isaac y Jacob como siendo “vivos”, con la perspectiva de esta esperanza: “Respecto a la resurrección de los muertos, ¿no leyeron lo que les habló Dios al decir: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos” » (Mateo 22:31,32).
De modo que esta verdad que liberta de la esclavitud del pecado que lleva a la muerte, es la fe en la verdad que es Jesucristo, que lleva a la vida eterna: “Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23).
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Él es más que el símbolo de la maldad
Jesucristo describió al diablo de manera muy concisa: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, habla según su propia disposición, porque es mentiroso y el padre de la mentira » (Juan 8:44). Satanás el diablo no es la abstracción de lo malo, sino una persona espiritual real (Vea el relato en Mateo 4:1-11). Asimismo, los demonios también son ángeles que se han convertido en rebeldes que han seguido el ejemplo del diablo (Génesis 6:1-3, comparar con la carta de Judas versículo 6: « Y a los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación, los ha reservado con cadenas sempiternas bajo densa oscuridad para el juicio del gran día »).
Cuando está escrito « no permaneció firme en la verdad », muestra que Dios creó a este ángel sin pecado y sin ningún rastro de maldad en su corazón. Este ángel, al comienzo de su vida, tenía un « buen nombre » (Eclesiastés 7:1a). Sin embargo, « no permaneció » en su integridad, cultivó el orgullo en su corazón y con el tiempo se convirtió en « diablo », que significa calumniador, y Satanás, enemigo; su antiguo y hermoso nombre, su buena reputación, ha sido reemplazado por un nombre de oprobio eterno. En la profecía de Ezequiel (capítulo 28), contra el orgulloso rey de Tiro, se alude claramente al orgullo del ángel que se convirtió en « diablo » y « Satanás »: »“Hijo del hombre, levanta una endecha acerca del rey de Tiro, y tienes que decirle: ‘Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ’“Sellas un modelo, lleno de sabiduría y perfecto en hermosura. En Edén, el jardín de Dios, resultaste estar. Toda piedra preciosa fue tu cobertura: rubí, topacio y jaspe; crisólito, ónice y jade; zafiro, turquesa y esmeralda; y de oro era la hechura de tus engastes y tus encajaduras en ti. El día en que fuiste creado fueron alistadas. Tú eres el querubín ungido que cubre, y yo te he colocado a ti. En la montaña santa de Dios resultaste estar. En medio de piedras de fuego te paseabas. Estuviste exento de falta en tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló injusticia en ti » (Ezequiel 28:12-15). Mediante su acto de injusticia en el Edén, se convirtió en un « mentiroso » que causó la muerte de toda la descendencia de Adán (Génesis 3; Romanos 5:12). Actualmente, es Satanás el diablo quien gobierna el mundo: « Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo será echado fuera » (Juan 12:31; Efesios 2:2; 1 Juan 5:19).
Satanás el diablo será destruido para siempre: « Por su parte, el Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve » (Génesis 3:15; Romanos 16:20).
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La Conmemoración de la Muerte de Jesucristo (Lucas 22:19)
El Hombre Espiritual y el Hombre Físico
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Lista (en inglés) de más de setenta idiomas, con seis artículos bíblicos importantes, escritos en cada uno de aquellos idiomas.
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