Meditación sobre el libro del Cantar de los Cantares

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BIBLIA EN LÍNEA

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Es el relato conmovedor de la expresión de los sentimientos románticos de una doncella, la sulamita de la ciudad de Sunem, hacia un pastor. Sin embargo, mientras Salomón está pasando por esta región, nota la gran belleza de aquella joven, la sulamita. La invita a su campamento para cortejarla y alabar su belleza, en compañía de las damas de la corte. Y después la trae a Jerusalén, lejos del pastor amado. En este Cantar, no siempre es fácil determinar quién interviene. Hay que fijarse en lo que se dice para entender quién se expresa. Por medio de esta meditación, se explicarán las diferentes situaciones y personajes antes del relato.

El cantar empieza con la presentación de la situación, con la sulamita en el campamento de Salomón, en compañía de las damas de la corte, y el rey Salomón por primera vez, la corteja. Sin embargo, por supuesto, los pensamientos de la Sulamita van hacia su humilde pastor, su amado:

« La canción superlativa, que es de Salomón: 2 “Béseme él con los besos de su boca, porque tus expresiones de cariño son mejores que el vino. 3 Buenos son tus aceites para fragancia. Como aceite que se derrama es tu nombre. Por eso las doncellas mismas te han amado. 4 Atráeme contigo; corramos. ¡El rey me ha introducido en sus cuartos interiores! De veras estemos gozosos y regocijémonos en ti. De veras mencionemos tus expresiones de cariño más que el vino. Merecidamente te han amado.

5 ”Una negra soy, pero grata a la vista, oh hijas de Jerusalén, como las tiendas de Quedar y, no obstante, como las telas de tienda de Salomón. 6 No me miren porque soy morena, porque el sol ha alcanzado a verme. Los hijos de mi propia madre se encolerizaron conmigo; me nombraron guardiana de las viñas, aunque mi viña, una que era mía, no guardé.

7 ”Infórmame, sí, oh tú a quien ha amado mi alma, dónde pastoreas, dónde haces que se eche el rebaño al mediodía. Pues, ¿por qué debo llegar a ser yo como mujer envuelta en luto entre los hatos de tus socios?”.

8 “Si no lo sabes por ti misma, oh hermosísima entre las mujeres, sal a andar tú misma en las huellas del rebaño y pace tus cabritos junto a los tabernáculos de los pastores.”

9 “A una yegua mía en los carros de Faraón te he comparado, oh compañera mía. 10 Gratas a la vista son tus mejillas entre las trenzas, tu cuello en una sarta de cuentas. 11 Adornos circulares de oro haremos para ti, junto con tachones de plata.”

12 “Mientras el rey está a su mesa redonda, mi propio nardo ha difundido su fragancia. 13 Como bolsita de mirra es para mí mi amado; entre mis pechos pasará él la noche. 14 Como ramillete de alheña es para mí mi amado, entre las viñas de En-guedí » (El Cantar de los Cantares 1:1-14).

Aprendemos de la Sulamita que es muy morena, lo que llama la atención de las damas de la corte: « Una negra soy, pero grata a la vista, oh hijas de Jerusalén, como las tiendas de Quedar y, no obstante, como las telas de tienda de Salomón. No me miren porque soy morena, porque el sol ha alcanzado a verme. Los hijos de mi propia madre se encolerizaron conmigo; me nombraron guardiana de las viñas, aunque mi viña, una que era mía, no guardé » (versículos 5 y 6). El rey Salomón corteja a la Sulamita: « A una yegua mía en los carros de Faraón te he comparado, oh compañera mía. Gratas a la vista son tus mejillas entre las trenzas, tu cuello en una sarta de cuentas. Adornos circulares de oro haremos para ti, junto con tachones de plata » (versículos 9-11).

El pastor logra entrar en el campamento de Salomón para ver a su amada, la Sulamita, para expresarle sus sentimientos románticos. Esta vez, la Sulamita le responde, describiéndose a sí misma como un simple azafrán y un simple lirio:

« ¡Mira! Eres hermosa, oh compañera mía. ¡Mira! Eres hermosa. Tus ojos son de palomas.”

16 “¡Mira! Eres hermoso, mi amado, también agradable. Nuestro diván es también uno de follaje. 17 Las vigas de nuestra magnífica casa son cedros; nuestros cabrios, enebros.

2 ”Un simple azafrán de la llanura costanera soy, un lirio de las llanuras bajas.”

2 “Como un lirio entre yerbajo espinoso, así es mi compañera entre las hijas » (El Cantar de los Cantares 1:15-2:2).

Al marcharse su amado, ella expresa su tristeza y su melancolía:

« Como un manzano entre los árboles del bosque, así es mi amado entre los hijos. He deseado apasionadamente su sombra, y allí me he sentado, y su fruto ha sido dulce a mi paladar. 4 Me introdujo en la casa del vino, y su pendón sobre mí fue amor. 5 Refrésquenme ustedes, sí, con tortas de pasas, susténtenme con manzanas; porque estoy enferma de amor. 6 Su mano izquierda está debajo de mi cabeza; y su mano derecha… esta me abraza. 7 Las he puesto bajo juramento, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas o por las ciervas del campo, de que no traten de despertar ni excitar amor [en mí] sino hasta que este se sienta inclinado.

8 ”¡El sonido de mi amado! ¡Mira! Este viene, trepando por las montañas, saltando por las colinas. 9 Mi amado se parece a una gacela o a la cría de los ciervos. ¡Mira! Este está plantado detrás de nuestro muro, mirando con fijeza por las ventanas, dando una ojeada por las celosías. 10 Mi amado ha respondido y me ha dicho: ‘Levántate, compañera mía, mi hermosa, y vente. 11 Pues, ¡mira!, la estación lluviosa misma ha pasado, el aguacero mismo ha terminado, se ha ido. 12 Las flores mismas han aparecido en la tierra, el mismísimo tiempo de la poda de las vides ha llegado, y la voz de la tórtola misma se ha oído en nuestra tierra. 13 En cuanto a la higuera, ha obtenido un color maduro para sus brevas; y las vides están en cierne, han difundido [su] fragancia. Levántate, ven, oh compañera mía, hermosa mía, y vente. 14 Oh paloma mía en los retiros del peñasco, en el lugar oculto del camino escarpado, muéstrame tu forma, déjame oír tu voz, pues tu voz es placentera y tu forma es grata a la vista’.”

15 “Agárrennos las zorras, sí, las zorras pequeñas que están echando a perder las viñas, puesto que nuestras viñas están en cierne.”

16 “Mi amado es mío y yo soy suya. Él pastorea entre los lirios. 17 Hasta que respire el día y hayan huido las sombras, da la vuelta, oh amado mío; sé como la gacela o como la cría de los ciervos sobre las montañas de la separación.

3 ”En mi cama durante las noches he buscado al que mi alma ha amado. Lo busqué, pero no lo hallé. 2 Déjeseme levantarme, por favor, y dar la vuelta por la ciudad; en las calles y en las plazas públicas déjeseme buscar al que mi alma ha amado. Lo busqué, pero no lo hallé. 3 Los guardias que rondaban por la ciudad me hallaron: ‘¿Han visto ustedes al que mi alma ha amado?’. 4 Apenas había pasado más allá de ellos cuando hallé al que mi alma ha amado. Me agarré de él, y no quise soltarlo, hasta que lo hube introducido en la casa de mi madre y en el cuarto interior de la que había estado encinta para darme a luz. 5 Las he puesto bajo juramento, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas o por las ciervas del campo, de que no traten de despertar ni excitar amor en mí sino hasta que este se sienta inclinado » (El Cantar de los Cantares 2:3-3:5).

Al no poder salir del campamento de Salomón, separada de su amado, la Sulamita recuerda el pasado con los buenos momentos en compañía de su pastor, bajo la custodia muy severa de los hermanos, los guardias de su hermana. Finalmente, el rey Salomón trae a la Sulamita a Jerusalén, lejos de su tierra, en su palacio. Sin embargo, su pastor también hace el viaje a Jerusalén y lo que le permite verla, para expresarle su amor:

« ¿Qué es esta cosa que viene subiendo del desierto como columnas de humo, perfumada con mirra y olíbano, aun con toda suerte de polvo aromático del comerciante?”

7 “¡Mira! Es su lecho, el que pertenece a Salomón. Sesenta hombres poderosos están todo en derredor de él, de los hombres poderosos de Israel, 8 todos ellos en posesión de espada, adiestrados en el guerrear, cada uno con su espada sobre el muslo a causa del pavor durante las noches.”

9 “Es la litera que el rey Salomón se ha hecho de los árboles del Líbano. 10 Ha hecho sus columnas de plata, sus soportes de oro. Su asiento es de lana teñida de púrpura rojiza, su interior amorosamente alhajado por las hijas de Jerusalén.”

11 “Salgan y miren, oh hijas de Sión, al rey Salomón con la guirnalda que su madre le tejió el día de su casamiento y el día del regocijo de su corazón.”

4 “¡Mira! Eres hermosa, oh compañera mía. ¡Mira! Eres hermosa. Tus ojos son [de] palomas, detrás de tu velo. Tu cabellera es como hato de cabras que han bajado saltando de la región montañosa de Galaad. 2 Tus dientes son como hato de [ovejas] recién esquiladas que han subido del lavado, todas las cuales paren gemelos, sin que ninguna entre ellas haya perdido sus crías. 3 Tus labios son justamente como un hilo escarlata, y tu hablar es ameno. Como gajo de granada son tus sienes detrás de tu velo. 4 Tu cuello es como la torre de David, edificada en series de piedras, en la cual están colgados mil escudos, todos los escudos circulares de los hombres poderosos. 5 Tus dos pechos son como dos crías, gemelos de gacela, que están apacentándose entre los lirios.”

6 “Hasta que respire el día y hayan huido las sombras, proseguiré a la montaña de mirra y a la colina de olíbano.”

7 “Eres del todo hermosa, oh compañera mía, y no hay defecto en ti. 8 Conmigo desde el Líbano, oh novia, conmigo desde el Líbano dígnate venir. Dígnate descender desde la cima del Antilíbano, desde la cima de Senir, aun de Hermón, desde los albergues de los leones, desde las montañas de los leopardos. 9 Has hecho latir mi corazón, oh hermana mía, novia [mía], has hecho latir mi corazón con uno de tus ojos, con un colgante de tu collar. 10 ¡Qué hermosas son tus expresiones de cariño, oh hermana mía, novia mía! ¡Cuánto mejores son tus expresiones de cariño que el vino, y la fragancia de tus aceites que toda suerte de perfume! 11 Tus labios siguen goteando miel del panal, oh novia [mía]. Leche y miel hay debajo de tu lengua, y la fragancia de tus prendas de vestir es como la fragancia del Líbano. 12 Un jardín cerrado con barras es mi hermana, [mi] novia, un jardín cerrado con barras, un manantial sellado. 13 Tu piel es un paraíso de granadas, con los frutos más selectos, alheñas junto con nardos; 14 nardo y azafrán, caña aromática y canela, junto con toda suerte de árboles de olíbano, mirra y áloes, junto con todos los perfumes más finos; 15  y un manantial de jardines, un pozo de agua dulce, y arroyos que fluyen suavemente del Líbano. 16 Despierta, oh viento del norte, y entra, oh viento del sur. Respira sobre mi jardín. Fluyan suavemente sus perfumes.”

“Entre mi amado en su jardín, y coma sus frutos más selectos.”

5 “He entrado en mi jardín, oh hermana mía, novia mía. He arrancado mi mirra junto con mi especia. He comido mi panal junto con mi miel; he bebido mi vino junto con mi leche.”

“¡Coman, oh compañeros! ¡Beban y embriáguense con expresiones de cariño! » (El Cantar de los Cantares 3:6–5:1).

Hay la descripción de la majestuosa entrada al rey Salomón en Jerusalén (3:6-11). El pastor logra ver a su amada, la Sulamita y poéticamente le expresa su amor, rindiendo homenaje a su belleza, pero también a su castidad y su lealtad (4:12). Expresan mutuamente sus sentimientos de amor y cariño (4:7-5:1). Aquí está el relato del sueño de la Sulamita:

« Estoy dormida, pero mi corazón está despierto. ¡Ahí está el sonido de mi amado que golpea!”

“¡Ábreme, oh hermana mía, compañera mía, paloma mía, inculpable mía! Porque mi cabeza está llena de rocío, y mis guedejas de las gotas de la noche.”

3 “‘Me he quitado la bata. ¿Cómo puedo volvérmela a poner? Me he lavado los pies. ¿Cómo puedo ensuciarlos?’ 4 Mi amado mismo retiró la mano del agujero [de la puerta], y mis entrañas mismas se alborotaron dentro de mí. 5 Me levanté, yo misma, para abrirle a mi amado, y mis propias manos gotearon mirra, y mis dedos mirra líquida, sobre las cavidades de la cerradura. 6 Le abrí, yo misma, a mi amado, pero mi amado mismo se había apartado, había pasado adelante. Mi alma misma había salido [de mí] cuando él habló. Lo busqué, pero no lo hallé. Lo llamé, pero no me respondió. 7 Los guardias que rondaban por la ciudad me hallaron. Me golpearon, me hirieron. Los guardias de los muros alzaron de sobre mí mi ancho manto.

8 ”Las he puesto bajo juramento, oh hijas de Jerusalén, de que, si hallan a mi amado, le digan que estoy enferma de amor.”

9 “¿De qué manera es tu amado más que cualquier otro amado, oh tú, hermosísima entre las mujeres? ¿De qué manera es tu amado más que cualquier otro amado, para que nos hayas puesto bajo un juramento como este?”

10 “Mi amado es deslumbrante y colorado, el más conspicuo de diez mil. 11 Su cabeza es oro, oro refinado. Sus guedejas son racimos de dátiles. Sus [cabellos] negros son como el cuervo. 12 Sus ojos son como palomas junto a los canales de agua, que están bañándose en leche, asentadas dentro de los cercos. 13 Sus mejillas son como un cuadro de jardín de especias, torres de hierbas aromáticas. Sus labios son lirios que gotean mirra líquida. 14 Sus manos son cilindros de oro, llenos de crisólito. Su abdomen es una lámina de marfil cubierta de zafiros. 15 Sus piernas son columnas de mármol fundadas en pedestales con encajaduras de oro refinado. Su apariencia es como el Líbano, selecta como los cedros. 16 Su paladar es pura dulzura, y todo lo referente a él es enteramente deseable. Este es mi amado, y este es mi compañero, oh hijas de Jerusalén.”

6 “¿Adónde se ha ido tu amado, oh hermosísima entre las mujeres? ¿Hacia dónde se ha vuelto tu amado, para que lo busquemos contigo?”

2 “Mi propio amado ha bajado a su jardín, a los cuadros de las plantas de especias, para pastorear entre los jardines, y para recoger lirios. 3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío. Está pastoreando entre los lirios » (El Cantar de los Cantares 5:2-6:3).

Ella sueña con que su amado llama a la puerta de su habitación pidiéndole que le abra. Ella dice que no puede, pero por último se levanta para abrir, pero no hay nadie. Ella lo busca en la ciudad, pero los guardias intervienen firmemente para impedirle que lo haga. Ella pide ayuda a las damas de Jerusalén para encontrar a su amado. Aquellas le preguntan cómo su pastor es distinto de demás hombres. La Sulamita describe su belleza y la razón por la cual lo ama con ternura. El rey Salomón hace un último intento para despertar el amor de la Sulamita hacia él, al alabar su belleza:

« Eres hermosa, oh compañera mía, como Ciudad Placentera, grata a la vista como Jerusalén, imponente como compañías reunidas en torno de pendones. 5 Aparta tus ojos de enfrente de mí, porque ellos mismos me han alarmado. Tu cabellera es como hato de cabras que han bajado saltando de Galaad. 6 Tus dientes son como hato de ovejas que han subido del lavado, todas las cuales paren gemelos, sin que ninguna entre ellas haya perdido sus crías. 7 Como gajo de granada son tus sienes detrás de tu velo. 8 Puede haber sesenta reinas, y ochenta concubinas, y doncellas sin número. 9 Una sola hay que es mi paloma, mi inculpable. Una sola hay que pertenece a su madre. Es la pura de aquella que la dio a luz. Las hijas la han visto, y procedieron a pronunciarla feliz; reinas y concubinas, y procedieron a alabarla: 10 ‘¿Quién es esta mujer que está mirando hacia abajo como el alba, hermosa como la luna llena, pura como el sol relumbrante, imponente como compañías reunidas en torno de pendones?’.”

11 “Al jardín de los nogales yo había bajado, para ver los botones en el valle torrencial, para ver si había brotado la vid, si habían florecido los granados. 12 Antes que lo supiera, mi propia alma me había colocado junto a los carros de mi pueblo dispuesto.”

13 “¡Vuelve, vuelve, oh sulamita! ¡Vuelve, vuelve, para que te contemplemos!”

“¿Qué contemplan ustedes en la sulamita?”

“¡Algo parecido a la danza de dos campamentos!”

7 “¡Qué hermosos han llegado a ser tus pasos en [tus] sandalias, oh hija dispuesta! Las curvaturas de tus caderas son como adornos, la obra de manos de artífice. 2 El derredor de tu ombligo es un tazón redondo. No falte [en él] el vino mezclado. Tu vientre es un montón de trigo, cercado de lirios. 3 Tus dos pechos son como dos crías, gemelas de gacela. 4 Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim. Tu nariz es como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco. 5 Tu cabeza sobre ti es como el Carmelo, y la melena de tu cabeza es como lana teñida de púrpura rojiza. El rey se halla atado por las ondulaciones. 6 ¡Qué hermosa eres, y qué agradable eres, oh amada, entre deleites exquisitos! 7 Esta estatura tuya de veras se parece a una palmera, y tus pechos a racimos de dátiles. 8 He dicho yo: ‘Subiré a la palmera, para poder asirme de sus tallos frutales de dátiles’. Y, por favor, háganse tus pechos como racimos de la vid, y la fragancia de tu nariz como manzanas, 9 y tu paladar como el mejor vino que va bajando con suavidad para mi amada, que fluye dulcemente sobre los labios de los durmientes.”

10 “Yo soy de mi amado, y hacia mí tiende su deseo vehemente. 11 De veras ven, oh amado mío, salgamos al campo; alojémonos, sí, entre las alheñas. 12 Madruguemos, sí, y vayamos a las viñas, para ver si ha brotado la vid, si ha reventado el capullo, si han florecido los granados. Allí te daré mis expresiones de cariño. 13 Las mandrágoras mismas han difundido su fragancia, y junto a nuestros pasos de entrada hay toda suerte de frutas de las más selectas. Tanto las nuevas como las añejas, oh amado mío, tengo atesoradas para ti.

8 ”¡Oh que fueras tú como hermano mío, que mamara los pechos de mi madre! Si yo te hallara fuera, te besaría. La gente ni siquiera me despreciaría. 2 Yo te conduciría, te introduciría en la casa de mi madre, que solía enseñarme. Te daría a beber vino especiado, el zumo fresco de granadas. 3 Su mano izquierda estaría debajo de mi cabeza; y su mano derecha… esta me abrazaría.

4 ”Las he puesto bajo juramento, oh hijas de Jerusalén, de que no traten de despertar ni excitar amor [en mí] hasta que este se sienta inclinado » (El Cantar de los Cantares 6:4-8:4).

El rey Salomón trata de persuadir a la doncella con palabras que describen de manera poética la belleza de la Sulamita. Sin embargo, ella rechaza firme y valientemente aquel amor y reafirma que su corazón pertenece solo a su pastor, a quien ama: « Yo soy de mi amado, y hacia mí tiende su deseo vehemente. De veras ven, oh amado mío, salgamos al campo; alojémonos, sí, entre las alheñas. Madruguemos, sí, y vayamos a las viñas, para ver si ha brotado la vid, si ha reventado el capullo, si han florecido los granados. Allí te daré mis expresiones de cariño. Las mandrágoras mismas han difundido su fragancia, y junto a nuestros pasos de entrada hay toda suerte de frutas de las más selectas. Tanto las nuevas como las añejas, oh amado mío, tengo atesoradas para ti » (7:10-13). El cantar tiene un final feliz con el regreso de la Sulamita a su tierra; para unirse al que siempre ha amado, su humilde pastor:

« ¿Quién es esta mujer que viene subiendo del desierto, apoyada en su amado?”

“Bajo el manzano te desperté. Allí estuvo tu madre con dolores de parto para darte a luz. Allí la que te estaba dando a luz sufrió dolores de parto.

6 ”Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo; porque el amor es tan fuerte como la muerte, la insistencia en la devoción exclusiva es tan inexorable como el Seol. Sus llamaradas son las llamaradas de un fuego, la llama de Jah. 7 Las muchas aguas mismas no pueden extinguir el amor, ni pueden los ríos mismos arrollarlo. Si un hombre diera todas las cosas valiosas de su casa por el amor, las personas positivamente las despreciarían.”

8 “Tenemos una hermana pequeña que no tiene pechos. ¿Qué haremos por nuestra hermana en el día que la pidan?”

9 “Si ella es un muro, edificaremos sobre ella un almenaje de plata; pero si es una puerta, la atrancaremos con un tablón de cedro.”

10 “Soy un muro, y mis pechos son como torres. En este caso he llegado a ser a los ojos de él como la que está hallando paz.

11 ”Había una viña que Salomón tenía en Baal-hamón. Entregó la viña a los guardianes. Cada uno traía por el fruto de ella mil piezas de plata.

12 ”Mi viña, que me pertenece, está a mi disposición. Las mil te pertenecen a ti, oh Salomón, y doscientas a los que guardan su fruto.”

13 “Oh, tú que moras en los jardines, los socios prestan atención a tu voz. Déjame oírla.”

14 “Vete corriendo, amado mío, y hazte como gacela o como cría de los ciervos sobre las montañas de especias » (El Cantar de los Cantares 8:5-14).

El pasaje que resume muy bien la belleza del amor de la Sulamita hacia su pastor, es el que lo describe como la llama de Jah (diminutivo del nombre de Dios, Jehová): « Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo; porque el amor es tan fuerte como la muerte, la insistencia en la devoción exclusiva es tan inexorable como el Seol. Sus llamaradas son las llamaradas de un fuego, la llama de Jah » (El Cantar de los Cantares 8:6).

El cantar de Salomón es la ilustración de la fuerza del amor verdadero, auténtico, un apego exclusivo entre dos seres humanos, un hombre, el pastor y una doncella, la Sulamita. Este amor se compara con la fuerza de la muerte que conduce sin que se pueda impedir, a la tumba común a la humanidad, el Sheol (Hades en griego). Sin embargo, esta fuerza de amor exclusivo, entre un hombre y una mujer, es una creación divina, hecha de profundo afecto mutuo junto con una lealtad entre ambos. Incluso si el pastor y la Sulamita aún no estaban comprometidos, desde el principio (el nacimiento de su amor), particularmente el de la Sulamita, eran fieles a sus sentimientos mutuos. La Sulamita sin dudarlo rechazó la prestigiosa posición de ser mujer del rey Salomón junto con todas las ventajas materiales y el lujo que iba a tener. Prefería el poderoso amor que sentía hacia su pastor con una vida mucho más simple. Probablemente, habrán envejecido juntos, casados, ​​con niños, hasta que la muerte los separase. Habrán sido fieles el uno al otro hasta y durante el atardecer de sus vidas, cuando la belleza física de la juventud, descrita en el cantar de Salomón, habría desaparecido en gran medida. Volverán a verse otra vez y para siempre, como hermano y hermana de corazón, en el momento de la resurrección (Hechos 24:15).

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La Lectura y la Comprensión de la Biblia (Salmo 1:2, 3)

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